En estos días, una sensación militante de la historia tiende a emerger de los registros emocionales de un gran número de chilenos, con el propósito de recuperar y poner de manifiesto lo que han heredado del pasado a través de las transmisiones familiares o de los grupos que les otorgan identidad.
Sin lugar a dudas, los acontecimientos ocurridos hace 50 años han dejado profundas huellas, frustraciones, agravios y verdades diversas construidas tanto desde la experiencia personal como desde la interpretación, bajo el prisma legítimo de las convicciones individuales o de las creencias que surgen de las limitaciones de nuestras capacidades cognitivas.
Los seres humanos somos el producto de lo que percibimos e interpretamos, de acuerdo con nuestras propias capacidades y comprensiones individuales. Si nos vemos afligidos por el dolor, el sufrimiento o los agravios sufridos, aquellos que no han experimentado esos sentimientos o vivencias comprenderán poco esa experiencia.
Es en este contexto que tres instituciones con objetivos éticos, la Gran Logia de Chile, la Gran Logia Mixta y la Gran Logia Femenina, nos hemos concertado nuevamente este año para llevar a cabo un acto en el cual la virtud y la ética estén en el centro de los aniversarios que siempre deben unir a la Patria y a sus hijos, así como también a aquellos que han llegado a nuestra República en busca de una vida mejor.
El pasado 9 de septiembre, un nuevo encuentro de Fraternitas de la República nos convocó a lo que nos une por encima de nuestras diferencias: una ética del entendimiento, en virtud de nuestras mejores intenciones y en la bondad de nuestra naturaleza esencial como seres humanos.
Estamos convencidos de que ante la abundancia de diversas apreciaciones, interpretaciones o posiciones concluyentes, la importancia de la construcción ética como punto de referencia en nuestras comunicaciones entre diferentes seres humanos y grupos resulta fundamental.
Si conversamos acerca de lo que es correcto en las acciones individuales dentro de la sociedad, es probable que lleguemos a un acuerdo más sólido sobre lo que podemos realizar en conjunto. Además, al argumentar sobre las áreas en las que no estamos de acuerdo en cuanto a las conductas a seguir, posiblemente podamos alcanzar un consenso al reconocer que un cambio de actitud puede ser necesario para ser valorado por la virtud en lugar del error o la discordia.
La ética es una herramienta fundamental para poder convivir, entendiendo que ella es la expresión de un conjunto de valores compartidos, que cada cual debe asimilar en su actuar, ya que no todos podemos comunicarnos y entendernos desde la filosofía, de la fe, de las ideas políticas, de las corrientes de opinión, o desde las categorías del conocimiento.
El propósito de Fraternitas de la República busca, precisamente, construir la certeza de conductas éticas, que nos permitan encontrarnos en nuestra diversidad, con respeto, responsabilidad y virtud cívica.
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