Con preocupación hemos sido testigos durante los últimos días de una ola de ataques al mecanismo de paridad que permitirá que hombres y mujeres sean representados por el mismo número de integrantes en el Consejo Constitucional. Juan Sutil desplegado en los medios criticando su aplicación, el Partido Socialista recurriendo al Tricel o un excandidato presidencial de ultraderecha hablando de la paridad como una "intervención a la urna" son sólo algunos ejemplos.
Gracias a esta corrección, que se hace cargo de una profunda desigualdad de base existente a lo largo de nuestra historia en la política respecto a la representación de las mujeres, la construcción de una nueva Carta Magna contará con la perspectiva equitativa de las y los chilenos, garantizando que las demandas de todos y todas, así como sus propios derechos, sean contemplados en el proceso.
Las mujeres no podemos seguir dependiendo de las voluntad de otros a la hora de defender nuestros derechos, menos aún en un proceso que pretende construir la Constitución que regirá los destinos del país. Durante años fueron las propias lógicas de los partidos tradicionales las que se encargaron de posponer, marginar y subestimar la importancia de la representación de las mujeres en los espacios de poder y discusión.
Hoy no es tiempo de retroceder, ni menos poner en duda la necesidad de contar con un criterio de paridad en la Comisión Experta, como ya ha anunciado Chile Vamos, porque la equidad en los órganos colegiados del Estado es un piso mínimo. Los espacios de representación deben parecerse a la sociedad que están representando y esa sociedad está compuesta por 50% de mujeres y 50% de hombres.
Al contrario de lo que intentan establecer algunos sectores, la paridad es precisamente garantía de una democracia saludable, porque no es justo heredar a los hombres, de cara al nuevo pacto social, la responsabilidad de construir una sociedad con igualdad de género. Es sabido que cuando no se diversifica la toma de decisiones, es mayor la posibilidad de que el diseño de las políticas públicas represente solo a ciertos grupos, en desmedro de otros y, especialmente, de otras.
Es importante recalcar que la paridad en ningún momento desconoce el mandato de la ciudadanía precisamente porque las y los candidatos están interpretando el proyecto político de sus respectivas listas y no el suyo personal, lo que mantiene un compromiso hacia quienes votan en torno a las ideas y propuestas que han decidido apoyar de cara a esta importante etapa.
Hay un sector que se opone a todos los cambios, a todos los mínimos civilizatorios. Se opusieron al divorcio, a la entrega de la píldora del día después, al matrimonio igualitario, al aborto en 3 causales y seguirán oponiéndose al progreso social y cultural de nuestro país. Cuando volvamos a tener todos los poderes del Estado integrados nuevamente por una mayoría aplastante de hombres y un puñado pequeño de mujeres, cuando volvamos a tener un gabinete lleno de ministros o un Parlamento sobrerrepresentado por hombres, las mujeres de Chile recordaremos quiénes fueron los culpables.
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