Permitido meter la pata, pero no las manos

Hoy por hoy resulta verdaderamente gratificante para el espíritu ciudadano comprobar que dentro de la actual clase política chilena, todavía existen algunos, muy pocos, lamentablemente, que reúnen las cualidades de los buenos políticos de antaño: rectos en su proceder, consecuentes y responsables ante sus electores, como a lo largo de nuestra historia patria podemos encontrar, felizmente, abundantes ejemplos de verdaderos servidores públicos, de esos que podían correr el riesgo de “meter la pata”, pero nunca las manos en la cosa pública.

Lo dicho es lo que un buen lector puede experimentar luego de leer el último libro que ha publicado el senador independiente por la Región de Aysén Antonio Horvath. En efecto, en su reciente libro publicado nos entrega un profundo y esclarecedor estudio sobre las energías renovables no convencionales (ERNC) de que Chile dispone en abundancia y que lo constituyen en un país privilegiado, si se decidiera a explotarlas convenientemente, en lugar de recurrir a la importación de energías fósiles y a la destrucción de su ecología mediante la construcción de centrales hidroeléctricas innecesarias.

A todas luces, el senador Horvath hace un gran aporte a su región y al país entero mediante la publicación del mencionado libro. ¿No podrían otros parlamentarios realizar estudios de tal trascendencia en diferentes ámbitos de sus competencias? Eso sería digno de su alta investidura y suculentos ingresos. Así estarían “haciendo la pega”, que es lo mínimo que todos los ciudadanos esperamos de su parte.

El ministerio de Energía debería considerar muy seriamente el estudio realizado por el senador de la región de Aysén, pues en esa cartera deberían estar los profesionales más idóneos para apoyar o refutar las afirmaciones que plantea el senador Horvath, como, por ejemplo, que Chile está en condiciones de multiplicar varias veces su actual potencial energético, con el consecuente beneficio público y privado, incluso pudiendo exportar energía a otros países de la región y del mundo. El ministro Máximo Pacheco podría felicitar al senador y agradecerle su aporte o bien decirle caballerosa y fundadamente que está “metiendo la pata”, si ese fuere el caso.

No cabe duda de que los chilenos llevamos un largo tiempo sin sentirnos orgullosos de nuestra clase  política. Por desgracia, ya no destacan, como sucedía antaño, por sus brillantes planteamientos y aportes al mejoramiento de la sociedad. Hoy nos parecen seres lejanos que se mueven por ambiciones e intereses personales, incluso un grupo, de diferentes partidos, hace dudar de su verdadera capacidad intelectual. Ni hablar de lo ético.

Ante la proximidad de nuevas elecciones , resulta saludable examinar los aportes que cada parlamentario ha sido capaz de efectuar en beneficio de Chile. Si ha sido satisfactorio o bueno, que sea reelegido; de lo contrario, que se vaya para su casa y deje de profitar en su propio beneficio. No nos sirven los parásitos públicos. Chile necesita verdaderos servidores públicos, eficientes y probos. Todos los demás sobran y son un lastre.

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