Plan de emergencia y la fe pública

Teníamos el deber moral de llegar a este Marco de Entendimiento para la implementación de un Plan para la Protección, Reactivación y Responsabilidad Fiscal.  Puedo decir que es un buen acuerdo, dadas las circunstancias, porque esperamos cumplir con fortalecer instrumentos que van en ayuda directa de las familias con tal que puedan mantener las cuarentenas y al mismo tiempo, fortificar la vuelta a una reactivación de la economía a través de la generación de empleo.

Esta es la primera parte del avance. Era esperable escuchar a varios vanagloriarse de este progreso, que no servirá de nada si ese “cacareo” no traspasa la esfera mediática y no llega a los beneficiados de forma clara y oportuna.

Todos saben que los mayores disensos estuvieron puestos en mejorar el Ingreso Familiar de Emergencia, que no sólo es por lo escaso del monto que insistió en disponer el Ejecutivo, sino porque lamentablemente en su primera implementación, no llegó siquiera a las familias que estaban en el 40 por ciento más vulnerable según el Registro Social de Hogares. Un gran fracaso que se debió a la poca y confusa información.

Hoy la idea es que en todos los hogares con un promedio de cuatro personas tengan 400 mil pesos de ingreso garantizados cuya entrega debiera comenzar a fin de mes y no se repitan situaciones como en las comunas más pequeñas o rurales de mi región, donde muchas personas no postularon, teniendo todo el derecho a recibir el beneficio.  

Por ello, la mesa negociadora también acordó una campaña publicitaria de urgencia en que se va a entregar recursos a los municipios para asegurarse la eficaz focalización del esfuerzo. Campaña acompañada de medidas prácticas, como utilizar la plataforma del BancoEstado y facilitar la entrega del dinero.

Creo que estas medidas son un gran avance, dejar de lado la lógica de una respuesta del Estado a gotera, que crea incertidumbre en las personas y sector productivo. Y lo más relevante desde de mi punto de vista, es que fuimos escuchados respecto la necesidad de llegar de forma directa a los afectados dejando de lado medidas que parecen ser sacadas de un manual de caridad.

Estamos en un momento muy delicado, porque se han cometido errores que afectan la fe pública, en circunstancias tan delicadas.  Por ello lo relevante del esfuerzo en dar a conocer bien los alcances de estas medidas que incluyen nuevos fondos como el de salud por US500 millones, en apoyo a trabajadores independientes con boleta y protección a madres, padres y cuidadores de niños en edad preescolar.

O la incrementación a los subsidios de empleo, sumando medidas de adaptabilidad y flexibilidad laboral, fortaleciendo el apoyo a las pymes y un fuerte plan de inversión pública. Junto con ello, medidas tributarias como la rebaja del 50% del impuesto a pymes y acciones en pos de mayor liquidez.

Fueron intensas negociaciones, donde el esfuerzo que se hizo estaba centrado en un apoyo a las familias y las personas. Lógicamente, siempre a uno le parece que puede ser más, pero creo que este primer resultado debiera ser provechoso para todos. Y me refiero a quienes debe llegar esta respuesta del Estado ante la pandemia.

No sólo para hacer proselitismo como ocurrió con casos conocidos o para aquellos que le tuvieron miedo a “salir en una foto”.  Hay una responsabilidad de ponernos al servicio de los acuerdos y también un deber de dar cuenta del funcionamiento de la institucionalidad.

Eso no es sólo para el Ejecutivo, sino para lo que desde ya acusan letra chica habiéndose manifestado en contra de una instancia de trabajo conjunto. Eso es justamente lo que menos necesitamos. Lo que hoy necesitamos es salir de la pandemia y recuperar la fe pública.

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