¿Qué es el Frente Amplio?

Aunque resulta difícil de creer, la Concertación y el Frente Amplio comparten una característica de nacimiento: emergieron como alianzas instrumentales electorales para terminar con una hegemonía. Los primeros con la hegemonía de la dictadura y los segundos con la hegemonía del modelo neoliberal.  En este sentido, se trata de alianzas, de pactos, de acuerdos instrumentales que se organizan con un fin específico.

Me interesa en esta oportunidad analizar el fenómeno particular del Frente Amplio, que ha generado altas expectativas sociales, pero que también a su poco andar ha provocado disputas y controversias entre sus propios líderes y mentores. 

Decía que como agrupación de partidos se identifican con la izquierda, con un cuestionamiento al modelo vigente, y con la exigencia de justicia social e igualdad.

En sus principios señalan que aspiran a una sociedad democrática basada en derechos sociales, donde se supere el actual modelo neoliberal, que políticamente se transforme en una alternativa al duopolio, independiente del poder empresarial y con una fuerte convicción en la democracia participativa como instrumento de acción política.

Todo lo anterior lo convierte en un proyecto político instrumental (terminar con el duopolio, acabar con el modelo neoliberal) pero todavía no se advierte un proyecto ideológico propiamente tal. Quizás dentro del Frente Amplio existen proyectos específicos, pero aquello no significa que como movimiento político tenga una identidad ideológica distintiva.

Lo anterior es una gran fortaleza, porque permite una suficiente flexibilidad para incluir nuevos actores sociales, pero también su gran debilidad ya que tensiona constantemente a sus representantes respecto de cada definición que van tomando.

Consideremos uno de los ejes o principios definidos por el propio Frente. Sostienen, “creemos que una sociedad de derechos sólo es posible superando el actual modelo económico neoliberal”.  

La pregunta inmediata es ¿qué significa superar el modelo económico neoliberal?

¿Significa sólo transformar la forma en que están organizados los derechos básicos de la sociedad como salud, educación, pensiones, vivienda, etc., adecuándolos a un modelo mixto privado/estatal?  

¿Acaso significa avanzar un poco más allá y estatizar todo lo referente a la provisión de ciertos servicios que afectan derechos sociales?

Si el problema es el modelo económico neoliberal, entonces el asunto debiera llevarnos a pensar en asuntos clásicos como el capital y la propiedad. Algo de aquello se enunció en las propuestas programáticas de Mayol y Sánchez pero con recomendaciones que a lo más se ajustan a ideas socialdemócratas como la estatización de cierto porcentaje de empresas (¡No más del 20%!), el aumento de impuestos a los millonarios, el fortalecimiento de la negociación colectiva o el mayor peso del Estado en otorgar ciertos derechos sociales y facilitar la innovación y el desarrollo.

Ningún representante del Frente Amplio al menos públicamente se ha declarado anti-capitalista, ha promovido una nueva reforma agraria (dada la alta concentración de la propiedad), o ha insistido en la estatización completa de las empresas estratégicas.

Y aquí encontramos la gran paradoja del Frente Amplio, pretenden superar el actual modelo neoliberal manteniendo, hasta el momento, las bases de lo que constituye dicho modelo: la forma en que se organiza la sociedad basada en el capital, trabajo y propiedad se mantendría inalterada.

Carlos Ruiz señalaba hace pocos días la carencia de un proyecto dentro del Frente Amplio, considerándolo todavía como una coalición electoral. Señalaba que todavía el Frente Amplio se mantenía anclado en los términos de la conversación hegemónicas. Daba como ejemplo esta lógica monetarista de tener que definir los proyectos en virtud de la responsabilidad fiscal, donde lo único sustentable era lo que presupuestariamente era viable (The Clinic, 3 de agosto).  Por ese camino se condenaba cualquier intento transformador porque no existiría la plata para hacerlo.

Ahora bien, la definición de proyectos contra-hegemónicos ayudarían claramente a definir una identidad del colectivo. Los dotaría de una meta clara, un modelo de sociedad a la cual llegar. Es evidente que el Frente no ha definido aquella sociedad ideal a la que quiere llegar.

No obstante, mientras más nítidas estas definiciones, menores serán las posibilidades de establecer alianzas, ampliar los espacios de influencia, y acceder al poder. 

En un sistema político y social tradicionalmente fragmentado, la única opción de gobernar es por la vía de posponer ciertos principios, negociar las diferencias y permitir la convivencia entre diferentes proyectos que se reúnen en torno a ciertos objetivos comunes.

Lo que observamos hoy en el Frente Amplio es esta doble tensión que, por una parte busca generar cierta identidad de izquierda (con un proyecto anti neoliberal poco nítido hasta el momento), pero al mismo tiempo quiere conquistar espacios de poder mediante la conformación de alianzas que no necesariamente confluyen en el mismo ideario político.

Un clásico dilema de pactos electorales que a menudo se entusiasman y quieren convertirse en proyectos ideológicos de transformación social.  

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