Señales

Durante un febrero poco usual, en medio de la variante ómicron del Covid-19, la nueva fase de la Convención Constitucional y la configuración del nuevo Gobierno, muchas veces omitimos señales que nos debiesen orientar en el proceso político que vivimos como país.

En España se aprobó -en una telenovelesca votación- el decreto que formaliza el acuerdo entre las mayores organizaciones patronales y sindicales. En nuestro país equivaldría a una concertación entre la CPC, la Conapyme y la CUT.

Rocambolesca, porque tuvo varios capítulos propios de un folletín como una votación errónea, indisciplina interna e intereses cruzados entre lo nacional y autonómico. En resumen, los aliados preferentes de investidura del gobierno no se repitieron en esta votación. A propósito, utilizo nomenclatura de la política española que probablemente nos tendremos que empezar a acostumbrar por estos lares.

Algunos puntos de la norma aprobada son: el término de los contratos por obra, la restricción de las causales de los contratos a plazo, piso mínimo sectorial para las y los trabajadores en régimen de subcontratación, piso mínimo de la negociación anterior y mecanismos de estabilidad en el empleo, entre otras medidas.

El gran incentivo para este particular acuerdo es el marco de cohesión que requieren las transferencias de subsidios y préstamos del fondo Next Generation de la Unión Europea, que fue generada en un marco de deuda común entre sus integrantes, para la recuperación post Covid para iniciativas de mercado único, innovación digital, cohesión, recursos naturales, medio ambiente, entre otros ejes. Cuyos principales beneficiarios son las entidades nacionales, subnacionales y las industrias involucradas para mejorar su competitividad.

Volviendo al país, el ex presidente de la Sofofa Bernardo Larraín, en el marco del lanzamiento de su Laboratorio de Políticas Públicas, comentaba que: "quizás no fuimos lo suficientemente reformistas para ver que los valores de la sociedad tiene su centro en la sostenibilidad, la inclusión y el progreso, que debían estar en un proceso de evolución. Quizás hace 15 años comenzó a adormecerse".

Estas señales nos debiesen indicar el inicio de un camino que implemente la ruta constituyente, ya que los actores del mercado y la sociedad civil tendrán que profundizar los mecanismos de diálogo y resolución de conflictos. No se puede esperar que el Estado, a través de la legislación y/o las políticas públicas, resuelva cada nudo no resuelto en nuestro devenir.

No dejemos que la posición fácil, el ruido, o quien hable más fuerte, nos ciegue en la resolución democrática de los múltiples pendientes que tenemos como país, ésa fue la señal de octubre de 2019 y todo el proceso que llevó al día 18 de ese mes.

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