Septiembre, mes de la Patria

Este mes culmina con la presentación del Presupuesto Nacional para el próximo año. Acto republicano por excelencia al consensuar y proyectar prioridades para nuestro país, entre poderes del Estado como son el Ejecutivo y el Legislativo, una vez ingresado el texto a trámite.

Ad portas de las Fiestas Patrias, La Moneda ya advierte un apriete de cinturón en el gasto público, una lógica de sentido común para algunos, porque durante 2020 gastamos más, nos endeudamos más. Sin embrago, el punto es otro: no podemos reducir el gasto de manera arbitraria.

Ya el parche antes de la herida lo puso el titular de Economía, al adelantar las implicancias de menor proyección de crecimiento económico y por ende una recaudación menor. El mismo secretario de Estado que culpó al Parlamento por la inflación, en una arremetida comunicacional para evitar un cuarto retiro de los fondos de pensiones.

A semanas de que venza el plazo legal para la presentación del proyecto al Congreso, el centro de discusión debería ser una real política pública, qué propone este Gobierno para que las arcas fiscales estén al servicio del bien común. Y no discutir una medida que fue aprobada bajo la circunstancia de extrema emergencia, donde esta administración tuvo bastante responsabilidad, llegando tarde y mal. Es cierto que no se puede desligar la necesidad de garantizar un ingreso a aquellas familias en condiciones difíciles, esto no se arregla de la noche a la mañana, pero tampoco podemos caer cautivos de movidas electorales.

Pues bien, para el próximo año el Presupuesto debiera estar principalmente dirigido en la reactivación de la economía y recuperación del empleo. Entonces, los incentivos correctos deben estar en la inversión pública que genere actividad económica, en subsidios que ayuden a una contratación estable y dejar de afirmar una reactivación etérea en empleos informales y alza de consumo ocasional. En suma, un proyecto que entregue certezas al país y sus familias.

Chile lo que necesita es un último esfuerzo de gobernabilidad por parte de la administración actual, que ya está de salida, pero sabe perfectamente las consecuencias de una eventual política pequeña en la disposición y distribución del Erario. Urge una propuesta con generosidad para quien tome la posta, que nos permita recuperar la actividad económica, reactivar el empleo. Nuestro país requiere avanzar en dignidad de las personas, y confianza en las instituciones.

Entonces, un buen homenaje en este mes de la patria es cerrarlo con un proyecto de Presupuesto contundente, que no esconda tras una falsa modestia, la inoperancia que ha caracterizado la ejecución de la inversión pública.

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