Las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias, a realizarse en noviembre y al irse acercando paulatinamente, permiten observar -con mayor claridad- las distintas perspectivas de las principales fuerzas políticas participantes. En el 2025, los grupos políticos de centro y centroderecha, que ruidosamente se formaron desde el estallido social, alardearon demasiado, exagerando su peso real y sus perspectivas.
Como la candidata Matthei es claramente de derecha, da pena o risa -depende de cada uno- observar a algunos que años atrás criticaban la política socialista porque no era "suficientemente de izquierda", pero ahora tratan de endulzar el trago amargo que intentan camuflar, apoyar a la derecha que en los años '80 negaba la democracia.
Es el resultado de levantar una bandera ajena y no presentar alternativa propia, disolviéndose bajo el alero de la derecha tradicional a pesar que esta está seriamente amagada por la ultraderecha, cuyo candidato presidencial, hasta hoy, parece ser el que avanzará a la segunda vuelta en los comicios presidenciales. En el caso que así ocurra, será una grave derrota para la derecha política que, paradójicamente, se formó bajo el alero de Pinochet.
Como dice el refrán popular "la vida tiene muchas vueltas", y ahora esta antigua derecha pinochetista está en la compleja tarea de convencer que no lo fue tanto, incluso que no lo fue en absoluto y que hoy es de centro o casi o cerca del centro; en fin, más allá de esas contorsiones, si llega a ganar Kast será una prueba mayor para el régimen democrático en Chile, porque la ultraderecha que representa no oculta sus ansias de empequeñecer el Estado en beneficio de su codiciosa clientela política.
En efecto, se nota que las bases de la UDI, RN y Evopoli adoptan una perspectiva distinta a la de sus directivas y se inclinan hacia la retórica confrontacional y populista de Kast y Kaiser, quienes actúan rodeados de un elenco de bots con mensajes intolerantes y promesas imposibles. No se puede reducir simultáneamente el gasto público y resolver las demandas sociales más urgentes. Esa promesa es el gran engaño. En la práctica pretenden reeditar el escenario argentino: saquear el Estado, traspasar miles de millones de dólares a los especuladores financieros y terminar de fragmentar la sociedad civil, de modo que impotente no tenga una respuesta ante el despilfarro.
El descalabro social que se produzca lo enfrentarán con un duro plan represivo. Así, reeditan la nefasta práctica de ofrecer soluciones inmediatas sin posibilidad alguna de concretarse, porque no se puede gastar lo que no se tiene. Las fantasías demagógicas de la ultraderecha son ambientadas con la xenofobia y la ideología antipartidos y anti Estados que tan espléndidos resultados dieron a Milei y otros iracundos populistas.
Las fuerzas de izquierda y centroizquierda están encabezadas por Jeannette Jara, luego de ganar las elecciones primarias el 29 de junio. Con ello, primera vez que el liderazgo de un bloque tan amplio tiene militancia comunista, lo que hace necesario un gran esfuerzo de amplitud y articulación unitaria para alcanzar el objetivo de contar con la mayoría ciudadana requerida para lograr la victoria electoral. El arco de fuerzas que se convoca es de una amplitud sin precedentes en la historia política reciente.
En las primarias, el camino de Jeannette Jara se inició auspiciosamente: su triunfo fue inobjetable y recibió el apoyo del conjunto de las fuerzas involucradas. Luego, la Democracia Cristiana tomó la decisión de apoyarla como su candidata en una Junta Nacional que concentró la atención nacional y constató una mayoría muy amplia en su favor. La campaña anticomunista, en ese momento, tuvo una severa derrota. Las encuestas, a toda hora presenten, registraron un nítido aumento de su caudal electoral.
No obstante, en el esfuerzo de campaña se han registrado déficits, algunos habituales y otros inexplicables, que deben resolverse a la brevedad. A pesar de las dificultades, la gira por Chile que realizó Jeannette Jara mostró el enorme potencial de la candidatura de las fuerzas progresistas. Sus perspectivas radican en fortalecer la unidad y la diversidad de sus componentes y su gravitación en el pueblo chileno.
El desafío es histórico. Lo señaló el Presidente Boric en Naciones Unidas: "No nos contentamos con apuntar lo que no nos gusta del mundo, no nos contentamos con decir 'esto no nos representa', queremos proponer y defender en positivo lo que sí creemos". Así es, luchamos por una sociedad mejor, más justa, digna y libre.
Lo esencial es que en la segunda vuelta se consiga derrotar a la ultraderecha y establecer un camino de cambios democráticos con estabilidad institucional y mayoría social, de modo de anular cualquier intento de evitar una polarización que lleve al desgobierno que tanto agradaría a los sectores conservadores. Si consigue imponerse la ultraderecha será brutal, en ese caso, las perspectivas se ensombrecen y vendrán tiempos muy duros.
Esa alternativa se puede evitar. El bloque por los cambios, liderado por Jeannette Jara, lo tiene que impedir en las urnas, con serena firmeza, sin caer en las provocaciones del adversario. La coalición Unidad por Chile debe contar con la amplitud y cohesión necesarias para afianzar la unidad y contar con la voluntad de avanzar rehaciendo la confianza de la ciudadanía en los cambios democráticos. En sus filas nadie sobra y el aporte de cada fuerza es insustituible. Esa es la condición necesaria para que la democracia y la libertad puedan prevalecer.
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