La ciudadanía se manifestó rotundamente el pasado 4 de septiembre: la propuesta de nueva Constitución no era lo que esperaban.
No es momento de culpar, más bien de analizar. En ninguna región del país triunfó el Apruebo. Por otro lado, en 338 comunas ganó el Rechazo y en tan solo 8 prefirieron aprobar. Se puede decir que la propuesta pudo sintonizar, en mayor grado, solamente con Rapa Nui, nuestro querido pueblo a 3.769 kilómetros de distancia.
Muchos son los factores. El actuar de los convencionales, dudas legítimas de la ciudadanía frente al texto propuesto, falta de comunicación estratégica, fake news y conducción política, entre otros.
Sin embargo, Chile atravesaba un momento histórico. Teniendo en cuenta la envergadura del proceso y los cambios profundos que se estaban instalando, la propuesta de Constitución debía entregar certezas. Un punto central es que la ciudadanía percibió que lo que habían logrado con mucho esfuerzo y trabajo se encontraba en peligro. Y como no, en Chile se instaló un modelo económico y social por la fuerza, que tornaba las pequeñas conquistas de los más humildes en una tarea titánica. Tal vez muchos no entendieron el sentido de la propiedad privada que tenía la ciudadanía, sentido que no se encuentra en la ideología política-económica, sentido que se encuentra en sacarse la mugre todos los días por tener lo básico. ¿Por qué voy a tener perderlo? De acuerdo con la encuesta UDD, mientras más bajo el quintil de ingreso, más alta era la preferencia al Rechazo.
En los años '70 y '80 no se estableció un modelo económico solamente, más bien una forma de vivir. Esto último no se puede borrar de un plumazo.
Dos preguntas: ¿Cómo es posible que una propuesta que favorecía a los más desventajados terminó siendo percibida como una amenaza a sus humildes conquistas? ¿Por qué se abrió la oportunidad de interpretar el texto de esa manera en una constitución con más de 400 artículos?
Según la encuesta Cadem, la razón principal de los que votaron Rechazo (40%) fue la evaluación negativa de los constituyentes. Este último dato convertía en plausible las noticias falsas para la ciudadanía. La confianza por el suelo. Los sectores que concentran gran parte del poder en Chile se opusieron desde un inicio al proceso constituyente. Desconocer la oposición que desplegarían, en la última fase del proceso, no es aceptable. Como dijo un gobernador regional, "esa... no procede". Algunos, con objeto de completar la decepción, culpan a los electores.
Me quedo con las palabras del Presidente Gabriel Boric: "En la medida de lo posible, de todo lo posible". Tácitamente se señala algo fundamental: podemos proponer una Constitución vanguardista acorde al año 2040, sin embargo, por buena que pueda ser, excede "todo lo posible" pasando a generar incertidumbre y temor en la ciudadanía. La medida de todo lo posible, en este sentido, ya no es por las trabas de la Constitución del '80 ni por un régimen militar vigilando las reformas, se refiere a avanzar sin preocupar.
Del otoño, se quiso pasar al verano floreciente sin mediar invierno ni primavera. La elección lejos de perderse en campaña se perdió en la Convención.
El Presidente tiene una oportunidad histórica, reafirmar su compromiso democrático y la valentía que lo caracteriza, liderando un nuevo proceso constituyente, sobre la base de grandes acuerdos, monumentalizando su acción del 15 de noviembre de 2019, ya no como diputado, sino como Presidente de la República.
Gabriel Boric ha demostrado ser un gran liderazgo, llamando a la unidad y la cohesión del país en momentos de gran convulsión. Sin embargo, no es sostenible para la coalición, depender siempre del salvavidas del líder. Tratar de entender (tratar) a la ciudadanía y sus preocupaciones, también es empatizar con el gobierno y su programa. Es avanzar.
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