Una presentación irresponsable

Sin ningún cuidado por las consecuencias de sus palabras, la candidata presidencial de la derecha, la señora Matthei, afirmó que "hay políticos que se financian con platas del narco"; y lo señaló en un foro recordatorio del expresidente Piñera, al que asistían mandatarios vigentes o recientes de países vecinos, pertenecientes a la derecha, tal como el homenajeado.

De modo que su intervención no fue el desafortunado error de una improvisación bajo la presión de los reporteros, constituía un escenario preparado para la presentación de su propuesta presidencial. En consecuencia, hay que concluir que el gran objetivo de la derecha tradicional y su actual lideresa es la disputa del "voto duro", la rivalidad y competencia con la extrema derecha.

Este diseño que impide y desarticula cualquier diálogo democrático, viene hace rato, pero ahora Matthei lo hace suyo, el objetivo de resolver la competencia en su sector como lo esencial, dejando de lado la responsabilidad con el país y el abandono del diálogo democrático descalificando al que piensa distinto y ganar el aplauso de una fanaticada insensata.

Es la lógica del sistema electoral con segunda vuelta, determina la rivalidad entre fuerzas del mismo carácter o con un alto grado de coincidencias programáticas que primero deben derrotarse entre sí y luego, en la segunda vuelta, competir con quien tiene un proyecto político, efectivamente, divergente.

Rechazando esa lógica, la Concertación de Partidos por la Democracia logró agrupar sus fuerzas y competir unitariamente en 4 elecciones presidenciales sucesivas hasta que hubo una escisión en el 2009, esa división financiada por intereses contrarios a la coalición, y también la incapacidad para resolver sus carencias, llevaron a su derrota, en la segunda vuelta de enero de 2010.

En el presente los poderes fácticos económicos vuelven a interferir en el proceso electoral y promueven las rivalidades y la configuración del sistema político en un archipiélago de grupos menores, impotentes de resolver oportunamente sus desafíos.

Así, en un escenario confuso, revuelto y sin conducción, no se configuran las mayorías requeridas para aprobar las reformas que se necesitan y los dueños de la riqueza siguen imponiendo sus intereses sin que el régimen democrático sea capaz de sobreponerse y evitar la extrema desigualdad que fractura la sociedad chilena.

Por eso lo de Matthei es inaceptable, usar la descalificación política es un libreto condenable que enturbia las posibilidades de diálogo, en su momento, a este diseño le pusieron de nombre "el desalojo", esa línea confrontacional marcó muy negativamente los dos períodos de Piñera al quedar atado a la opción ultraconservadora y quienes la propiciaron vuelven a presentarse como eminencias políticas, con una soltura de cuerpo francamente impresionante.

Se excusan en privado por los insultos; según dicen sus autores, están obligados a frenar a la ultraderecha, pero, tomando ese discurso confrontacional se hacen parte de una opción profundamente regresiva que incluso irrita en la derecha, porque ante el clima de intolerancia y sospecha que siembra el conservadurismo ultramontano, muchos se ven obligados a callar convicciones personales trascendentes.

No se busquen excusas, si a un sector político del país se le trata de "narco", significa que se pretende aplastarlo y excluirlo. La estrategia del enfrentamiento ha traído costos enormes a Chile. Por eso Sra. Matthei, se equivoca, ese camino es demasiado doloroso.

Porque como sea, integradas o perseguidas, digan lo que digan de ellas, las grandes corrientes de ideas no desaparecen, resisten y resurgen. La dictadura fracasó, sería bueno que la derecha se convenza y afirme seriamente que no volverá a intentar el uso de la fuerza ni a perseguir a quienes piensan distinto, que no repetirán ese error.

Los partidos y organizaciones que resistimos muchos años a la dictadura supimos sobrevivir y si es necesario lo haremos otra vez. No es la persecución de las ideas lo que determina la vigencia de una fuerza política y cultural tan arraigada como el socialismo chileno.

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