Voto electrónico y redes sociales

Marcelo Astete

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Las redes sociales son la nueva plaza pública de discusión, el ágora de los griegos. De ello no cabe duda. Sin embargo, lo que aún nos falta es tomar decisiones en base a las preferencias de aquellas personas que opinan y buscan incidir en la política y lo público desde el teléfono o el computador. Y es que estos dispositivos se han convertido en una extensión nuestra; son nuestro mensajero, nuestros compañeros de viajes, nuestras cámaras y también nuestras billeteras.

Entonces, ¿por qué no ser también nuestro voto?

Cada vez más personas se suben a las redes sociales para comentar y participar de la vida de los demás, pero esto no es universal.

Existe un porcentaje importante de personas que no entiende el uso de una red, las repercusiones y huellas que tienen estas interacciones.

Derechamente a otros no les interesa estar porque ya tienen suficientes aplicaciones o programas que les diseñan el tiempo como para tener otra que nos lleve a la posibilidad de votar.

Uno de los riesgos del voto electrónico por redes sociales es que la masa de quienes las usen sea ideológicamente sesgada y no representen necesariamente el interés comunitario, viéndose influenciadas por una idea sin mayor cuestionamiento, o bien de extremos políticos, lo que volvería torpe, engorroso y poco predictor el sistema de decisión mediante redes sociales.

La tendencia indica en que  momento llegaremos a ese punto, caminando a paso firme gobierno y oposición, personajes públicos y privados, parlamentarios, alcaldes, personas de influencia dan su opinión por redes sociales y esta es compartida y retuiteada por miles de personas.

La incógnita es saber cómo se va a gestionar la participación ciudadana en tiempos digitales mediante las herramientas de la tecnología, cuando un tuit, un post, una foto o un gif tiene mayor impacto que un discurso eterno ante las cámaras, cómo era hasta no muchos años.