“Las vacunas no previenen enfermedades y, por el contrario, son causa de más enfermedad y muerte”, “El VIH no existe, no es contagioso ni es la causa del SIDA”, “Fumar un “pito de marihuana” puede curar una enfermedad de Parkinson avanzada, en sólo segundos”.
Las 2 primeras afirmaciones son difundidas a través de una página web y un diario impreso de circulación nacional respectivamente todas las semanas. El tercer enunciado se viraliza a través de videos que alcanzan millones de likes con comentarios positivos que señalan pruebas con familiares afectados.
Estas aseveraciones son mentiras sin asidero científico. Sobra decir que las vacunas son el invento humano que más vidas salva, quizás sólo superado por el agua potable y el lavado de manos, que el VIH existe y que su no tratamiento mata y que el Parkinson no se mejora con un poco de marihuana.
Como si esto no fuera suficiente, el Dr. Soto sostuvo en televisión abierta que el hipoclorito de sodio, una sustancia tóxica usada para el aseo industrial, servía, paradójicamente para “desintoxicar” el organismo. Esto le costó la salida de la estación televisiva donde trabajaba.
Lo realmente peligroso, es que toda esta “información”, que bien podría llamarse “pos verdad”, o simplemente mentira, se difunde en redes sociales como una verdad aceptada, llegando incluso a convertirse en proyecto de ley, como aquel que buscaba eliminar el timerosal de las vacunas porque supuestamente producían autismo, existiendo abrumadora evidencia científica para descartar esto.
¿El problema? ¿Qué organizaciones gremiales y del Estado están cumpliendo en Chile el rol de contrarrestar la pos verdad en temas de salud en Chile? Más allá de algunas notas en diarios y entrevistas en televisión, diversas organizaciones médicas se mantienen en silencio en el espacio donde más deberían defender a la ciencia: el mismísimo mundo digital.
De muestra un botón, analicemos la situación del Colegio Médico en sus propias Redes Sociales. En Facebook, poco más de 3.500 seguidores con más de 20.000 médicos afiliados. Su fan page contiene algunas fotos y comunicados de prensa. No tiene videos informativos, en formato actual apto para ser visto en un celular y que sea entendido por diversos públicos, que plantee la postura de la Orden profesional frente a los grandes temas médicos que hoy Chile discute: aborto, vacunas, ley de tabaco o alcohol. La página web tampoco tiene información similar.
En twitter el panorama no es mejor. Ocho mil seguidores y un par de tweets que no son compartidos por más de tres o cuatro personas. Hay que reconocer, sin embargo, que con la nueva presidenta Izkia Siches, las redes sociales de Colmed, anquilosadas durante el mandato del Dr. Paris, han parecido activarse más.
La realidad de otras sociedades médicas científicas o gremiales, no es distinta. La Revista Médica de Chile no tiene Facebook ni Twitter. No tiene en su sitio web nada orientado a difundir entre personas que no sean médicos, los adelantos que logra la medicina a través de los artículos publicados en ella.
Si a esto sumamos la situación de otras sociedades médicas como la Sociedad Médica de Santiago (SMS), el Colegio de Cirujanos, entre otros, se termina de configurar un verdadero y peligroso silencio digital, que sólo da cuenta de lo distanciados que estamos los médicos de nuestros pacientes. Y es que la encuesta UC- Adimark Bicentenario, respecto a uso de redes sociales en Chile, muestra que después de la televisión, éstas son la segunda fuente de información de los chilenos y chilenas.
Este abandono, por una parte importante de la comunidad médica de las nuevas formas de comunicación, es una simple y banal renuncia no sólo a estar conectados con quienes atendemos, sino también al hecho de ser garantes frente al país y la opinión pública de nuestra responsabilidad como voz científica.
Tenemos el rol de utilizar todas las formas de comunicación posibles para transmitir los conocimientos médicos a la población: videos virales, tweets, grupos informativos de WhatsApp o Telegram, infografías, pictoline y lo que sea necesario.
Tal como alguna vez se enseñó la higiene de manos y el cuidado en la ingesta de alimentos por televisión y radio, para prevenir enfermedades hoy controladas como el cólera y la Hepatitis a, es imperioso continuar transmitiendo ciencia y el conocimiento médico a las nuevas generaciones, ahí donde las nuevas generaciones están, online.
Sólo así, evitaremos que un paciente abandone su terapia contra el VIH, trate un cáncer curable con hierbas medicinales o busque desintoxicar su cuerpo con cloro.
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