Hoy más que nunca, es necesario cuadrarse con la defensa de nuestro país ante La Haya. Nos encontramos en una etapa crucial en la demanda interpuesta por el gobierno boliviano.
Es por esta razón, que una vez ya despejado por el Canciller todo trascendido respecto al cambio en el liderazgo en el equipo que nos representa ante La Haya, es crucial evitar todo intento de sembrar inquietud respecto de los eventuales efectos que este hecho político puede traer, a las razones en Derecho de nuestro país defendidas en la Corte Internacional.
Nuestro verdadero problema no es la renuncia del ahora ex agente José Miguel Insulza. El problema es el clima interno que se ha buscado instalar respecto a posibles debilidades en la defensa del equipo nacional, lo cual puede ser capitalizado por la demanda boliviana.
Se habla de “improvisación” por parte del equipo de Chile.
¡Qué estrategia tan mezquina!
La defensa de la postura chilena no tiene nombre, no se basa en una sola persona, no depende de las capacidades de un solo hombre, y no debiera tener signo político.
La defensa de Chile es fruto de un trabajo de años, de equipos expertos y multidisciplinarios de personas que han llevado un caso de manera brillante y sólida. No es la defensa de Insulza, como tampoco lo fue la defensa de Bulnes.
No permitamos que Bolivia obtenga pequeños triunfos comunicacionales al recoger las críticas de la derecha chilena por este paso que ha dado Insulza.
Debemos entender que la política exterior es un bien superior del país y que no puede ser usada como campo de batalla para una pequeña ganancia política o comercial.
Cuando esta controversia termine con el fallo del Tribunal Internacional de La Haya, podremos hacer una evaluación fría y con perspectiva de los logros de nuestra Cancillería y de nuestra forma de enfrentar los problemas diplomáticos con los vecinos.
Por ahora, se requiere mucha templanza y responsabilidad para entender que la defensa ante la demanda boliviana sobrepasa a los nombres de quienes han estado trabajando para contrarrestarla y que, en cierto modo, también sobrepasa a los nombres de quienes han ejercido la Presidencia de la República. Quien sea Presidente o Presidenta, debe poner primero los intereses del país y no los propios.
Flaco favor nos hacemos al no entender que esta es una tarea país, que va más allá de personas individuales y que debe seguir manteniendo a los mejores en la defensa de los intereses de todos nuestros conciudadanos.
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