El anuncio del Presidente de Bolivia de recurrir nuevamente al Tribunal de La Haya, esta vez para exigir un pago compensatorio por el uso de las aguas del río Silala, es la gota que está rebasando la paciencia de los chilenos. No sólo porque es una evidente maniobra política para intentar retomar el control de una agenda eclipsada por los escándalos, sino que es además una estrategia de desgaste inconducente.
Por cansancio, no nos van a ganar. Ni en el tema del diferendo por la mediterraneidad de Bolivia, ni en el “nuevo” conflicto por el uso de un río de aguas internacionales, La Paz logrará cambiar la postura chilena que ha sido permanentemente de integración, pero con respeto a los tratados vigentes y con la debida salvaguardia de la integridad territorial de nuestro país.
No se puede demandar y al mismo tiempo instar al diálogo. Ambas cosas son contradictorias, más aún cuando la postura de Chile ha sido justamente insistir en mantener esta diferencia en un marco de bilateralidad, con diálogo abierto y sin condiciones.
Si Evo Morales cree que por lanzar declaraciones grandilocuentes o por anunciar una nueva demanda, vamos a cambiar de opinión, está muy equivocado. Y la evidencia lo demuestra, no hemos retrocedido ni un paso en la defensa jurídica del respeto a los acuerdos y tratados vigentes en materia de límites.
Creemos que Bolivia sí tiene acceso al mar. No con soberanía, pero sí con todas las facilidades para que la carga y las personas transiten de manera libre y sin dificultades. Chile no es ningún obstáculo para el comercio de nuestro vecino; es más, hemos sido un vehículo que ha procurado reforzar y apoyar ese comercio, con buenos servicios y estándares adecuados para que la nación altiplánica pueda llegar al mundo a través de nuestros puertos.
No vamos a caer en infantilismos como impulsar a la primera el retiro de nuestro país del Pacto de Bogotá. Cuando una Nación tiene el convencimiento de que sus posiciones son jurídicamente sólidas, justas y ajustadas a la historia, no se puede sino defender esas posturas en todo foro que exista en la jurisdicción internacional.Lo demás, es populismo y Chile no se presta para esa forma de hacer política.
Llamamos a nuestro país vecino, en especial a su gente, a su empresariado, a las organizaciones sociales, a la comunidad intelectual, a no dejarse llevar por el camino fácil y seductor del populismo y las frases rimbombantes.
Hay más en juego y hay muchas cosas que pueden mejorar sobre la base de un diálogo, más que a punta de demandas.
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