Estamos a un paso de que en Chile se apruebe la despenalización del aborto en tres causales. El fallo del Tribunal Constitucional ha allanado definitivamente el camino. Ahora comenzaremos a escuchar y dialogar más acerca del Proyecto de Matrimonio Igualitario que será presentado.
Ante este escenario, me surge la inquietud de cómo habría reaccionado el Padre Hurtado ante estas circunstancias. Hay que cuidarse, en todo caso, al hacer la pregunta de no transferir, así como así, sus palabras, sin olvidar que los contextos son distintos y que éstos influyen en cómo somos las personas.
El Padre Hurtado es hijo de su tiempo, por lo que extrapolar su pensamiento y aplicarlo tal cual, a esta época, no sería justo. También hay que cuidarse de erigirse en el intérprete del pensamiento del Padre Hurtado, y finalmente, terminar expresando las propias ideas bajo la excusa de hablar por él. Así las cosas, ¿qué nos estaría diciendo en relación al aborto?
No cabe duda que Alberto Hurtado fue un apóstol de la dignidad humana, del respeto, valoración y defensa de la dignidad que a cada persona le corresponde por el hecho de ser hijo o hija de Dios, no importando su credo, posición social o nación. Por ser persona ya era su patroncito o patroncita.
Desde esta premisa, nos hubiera invitado a mirar las personas e intentar pensar qué es aquello que permitiría relevar esa dignidad que le es propia y que le confiere la capacidad de ser sujeto de decisiones que orienten su vida. Entonces, ¿es el aborto en estas tres causales algo que atente contra la dignidad de las personas?
Debemos tener claridad que con este proyecto no se está dando vía libre al aborto, sino abriendo la posibilidad que, bajo tres causales muy específicas, no sea considerado un delito. No sabemos si todas y todos los involucrados actuarán con rectitud, si efectivamente no se utilizará para esconder acciones abiertamente negativas y perversas. Sin embargo, esa es una duda que se aplica a todos los ámbitos de la vida social. No sabemos en realidad si cada persona es recta en cada una de sus actuaciones. Por lo que bajo ese pretexto serían muchas las situaciones que deberíamos prohibir.
En todo caso, no creo que el Padre Hurtado hubiera estado feliz con esta decisión. Me imagino que habría dolor en su corazón y que hubiera ido a postrarse delante del Santísimo para encontrar consuelo y luz de qué decir y cómo actuar.
Posterior a eso, sí lo imagino hablando con más fuerza y repitiendo con más convicción que “el hombre está en el mundo porque alguien lo amó, Dios. El hombre está en el mundo para amar y ser amado”. Tal vez, hoy agregaría que estamos en el mundo porque Dios nos amó, y porque nuestros padres y madres permitieron que nuestras vidas se desarrollaran.
No creo que se parara en las esquinas, en algún puente o se subiera al púlpito para atacar a quienes han defendido el proyecto del aborto bajo las tres causales. Nos invitaría, más bien, a velar por las personas, a cuidar a nuestros hijos e hijas, a reforzar toda estructura que haga que nadie, y en especial, ninguna mujer se sienta sola, abandonada en su realidad, y sometida a la mínima tentación de no elegir la vida de la criatura que nace en su interior.
Nos invitaría a mirar qué estamos haciendo para que nadie se sienta excluido, postergado, olvidado, pues ello es caldo de cultivo para la frustración, el dolor, la rabia, situación que fácilmente conduce a la droga o el alcohol, y ya ahí, está a un paso de adquirir rostro de agresividad y violencia hacia inocentes.
Nos invitaría a cuidar las oportunidades de trabajo, para que todos y todas se sientan útiles, aportando al desarrollo del país, contentos por verse realizados.
Nos invitaría a cuidar nuestras políticas habitacionales, para que los espacios sean dignos y permitan una vida familiar sana y respeten, al mismo tiempo, la privacidad que toda persona requiere.
Nos invitaría a darnos cuenta que, si la vida que propiciamos enaltece la dignidad de cada persona, estaremos evitando cualquier situación que la pueda poner en riesgo.
Por lo tanto, no perdamos tiempo criticando lo que para algunos y algunas puede ser un derecho. Más bien, que esa crítica se transforme en posibilidad de vida, concreta y real, para tantos y tantas que no la tienen asegurada.
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