Aborto, la reina de todas las batallas

He leído con interés en tabloide el blog de Soledad Alvear, donde resume el fundamento de su lucha contra el aborto:” la defensa de la dignidad humana sin exclusiones, lejos de ser conservadora o irracional, es la utopía en construcción,compartida por creyentes, agnósticos y ateos, más revolucionaria de la que se tenga memoria”.

Al parecer este texto de Soledad, luego de una cuasi solitaria pero vigorosa campaña contra-abortiva, sintetiza con profundidad la cuestión principista de derechos humanos que está envuelta en el tema del aborto. Muchos, como se acostumbra en este país de cobardes y fruncidos, tomamos palco, esperando que alguien nos defienda, nos ampare, nos proteja de los argumentos apabullantes de los políticamente correctos.

Pues no han sido solo los corifeos, siempre unánimes de los partidos“progres” y sus compañeros de ruta, dentro y fuera del gobierno los que han condenado a Soledad Alvear sin el menor recato.

Ha habido moros y cristianos. Varios cristianos, al parecer.

Por ejemplo, la Sra. Laura Albornoz, funcionaria con algún cargo de gobierno, no recuerdo cual, expresa en una entrevista radial que “el argumento (de Soledad Alvear, basado en el respeto irrestricto de la vida humana desde su concepción, principio humanista cristiano) que convierte al partido (PDC) poco menos en una suerte de sede o sucursal del Vaticano, no corresponde, no somos un partido confesional”.

Si es consecuente con su penetrante y original argumento, la Sra. Albornoz debe reunir en los corrales vaticanos a Soledad Alvear con la antigua diputada comunista italiana  Natalia Ginzburg, cuando ésta afirma con naturalidad y vigor que “abortar es matar, pero se trata de un homicidio que no puede compararse con ningún otro. Es separarse para siempre de una individual, concreta y real posibilidad viviente. Sabemos muy bien que matar está mal, pero aquí, en presencia de una posibilidad viva pero inmersa en la oscuridad, también la idea del bien y del mal está inmersa en la oscuridad. La elección es privada y oscura, pero no porque exista un libre derecho de elección, ni porque “la barriga es mía y hago con ella lo que quiero”. Es una horrible facultad de elegir, la vida o la nada. Quien elige debe elegir por dos y el otro está mudo”.

Además ella, en plena consecuencia con su patrullaje ideológico contra-vaticanum, debería reunir en el compartimento eclesial a la antigua partizana antifascista, devenida formidable periodista de izquierdas, Oriana Fallacci, quien en el duro trance de una maternidad no deseada y sin condenar a nadie, espontáneamente le atribuye humanidad al ser concebido, cuando canta en su poema sublime, aquel que distingue el ser del no-ser.

Anoche supe que existías: una gota de vida que se escapó de la nada. Yo estaba con los ajos abiertos de par en par en la oscuridad y, de pronto, en esa oscuridad, se encendió un relámpago de certeza: sí, ahí estabas. Existías. Fue como sentir en el pecho un disparo de fusil…”.

Hay otros miembros masculinos de la grey humanista cristiana nacional, como mi amigo Ricardo Hormázabal, quien hilando muy fino, con cierta pretensión muy avant la lettre, indica, según un medio electrónico, que la batalla de Alvear no es aislada, como un mero deber moral o una cuestión principista, sino que forma parte de una operación para recomponer el núcleo central de la vieja concertación.

Muy perspicaz. Sagacidad proverbial de antiguo tribuno,“Delenda est consertacionem vostra”. (Nota del traductor: nunca fui muy bueno en lenguas clásicas)

Por su parte, don Carlos Huneuss, a quien conocí en la Escuela de Derecho, como ayudante de historia, tributario también en aquellos tiempos mozos de la corriente Humanista Cristiana, y todas sus tonalidades azules  que  se van  difuminando con el paso de estos tiempos feroces que destruyen todas las lealtades en una mueca decrépita de vejez inexorable, también nos expresa que “cree que tras la ofensiva de Alvear no solo existe una convicción valórica profunda.Hay un punto de oportunismo en un tema extremadamente delicado. ¿Por qué convertir el tema del aborto en un tema que da identidad a un partido y provoca una división política?

¿Cree por ventura, Carlos Huneuss que el mero hecho de plantear el tema del aborto no iba a generar una división política en un país con un 80 % de cristianos?

Don Carlos, es una cuestión de meras estadísticas.

Verdaderamente sutiles estas observaciones de estos arcaicos titulares del fenecido humanismo cristiano, hoy talentos renovados y consagrados en el ejercicio diplomático en la Europa de las Patrias donde campea por sus fueros el Real politik y el positivismo del maestro Hans Kelsen.

Extraordinario aporte a la teoría de la conspiración de ambos próceres que no deja espacio alguno en la política, a los principios y valores del Derecho Natural, endosando gratuitamente maquiavelismo en los otros y pureza  en sí mismos, siempre inmaculados, siempre doctrinarios, siempre vigilantes, patrulleros benémeritos de la integridad y de la ciencia encuestológica

Todos ellos, representantes del Consorcio Proabortista del Humanismo Integral (nota del traductor :puede haber alguna contradicción menor  en esta corriente ) han querido ignorar el manifiesto del laico, magnífico profesor de Derecho Norberto Bobbio, cuando el 8 de Marzo de 1981, expresa: “el aborto se trata de una cuestión muy difícil; es el clásico problema en el que nos enfrentamos frente a un conflicto de derechos y deberes, ante todo el derecho fundamental del concebido, derecho de nacimiento sobre el cual , no se puede transigir.Simplicidad arrolladora del maestro emérito.

Y agrega Bobbio: “me sorprendo por mi parte que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar”.

Privilegio y honor que también reviste la valiente manifestación del Presidente del Ecuador, Rafael Correa cuando rechaza sin mediatintas ni alternativas politiqueras, la mera noción del aborto, expresando su firme voluntad de renunciar antes de cohonestar leyes abortivas en su país.

Como dice Hamlet, con su clásica y moderna habitualidad, ser o no ser.

Esa es la cuestión.

Privilegio y honor a Soledad Alvear en su solitaria y sin embargo escatológica lucha por el derecho a nacer de miles de hijos nuestros. Hijos de Dios.

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