Alto riesgo en el conflicto

El anuncio que un Campo Clínico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile clausuró el año académico para los alumnos de esa Facultad y estaría licitándolo para otras universidades, incluso privadas, complica el conflicto educacional peligrosamente.

Los Campos Clínicos dependen fundamentalmente del Servicio de Salud Metropolitano correspondiente al Estado y particularmente de la Dirección de los hospitales de esa Área.

Muchos docentes tienen asignación docente de la Facultad de Medicina y otros incluso hacen docencia ad-honorem, la otra parte importante son académicos de la Facultad.

El Decanato de la Facultad de Medicina no puede controlar esas decisiones de los directores de hospitales o Servicios.

Surge la pregunta ¿En manos de quién está la solución del conflicto? Los rectores han hecho saber que de continuar la detención de actividades podría  llegarse a la situación de no poder pagar las remuneraciones mensuales de los académicos y docentes. Sería un punto de no retorno.

En todo esto parece ignorarse por todas las partes en conflicto lo que se puede perder gravemente para Chile.

En nuestro país no tenemos Universidad como centro de creación de cultura universal en lo intelectual (ciencias, filosofía, humanidades), estético (todas las ramas del arte) y ético o moral, como reflexión ética universal y del ser de Chile, es por esto que estamos en este conflicto.

La Universidad como conciencia crítica pensante del país (como la creó Andrés Bello) fue asesinada por el Gobierno Militar y la Concertación al parecer se gozó con su fallecimiento.

Me decía un amigo concejal que viajó a un país pequeño de Asia que le preguntaron ¿cuántos sabios están pensando a Chile? porque aquí tenemos mil que se dedican solo a pensar nuestro país.

¿Quién tiene la respuesta? Parece que todos piden gratuidad, calidad pero nadie pide lo más importante que es la cualidad de ser verdadera universidad.

Si bien no hay Universidad en Chile, quedan unos pocos Centros que sí pueden formar académicos, en cantidad, calidad y cualidad suficiente para mantener una cuota de esperanza que se extingue inexorablemente y, podrían reconstituir esos núcleos pensantes y los creativos de cultura universal, si en estos próximos cinco años se hace una inversión sustantiva, que no puede ser sino estatal.

De continuar el conflicto, estos centros que no se ven, que no se notan, en Chile pero no en el concierto mundial, y cuya existencia es muy frágil, podrían desaparecer definitivamente.

Cada minuto que están detenidas la Universidades del Estado y están trabajando las Universidades Privadas es un minuto que se deteriora relativamente la Educación Pública, en un proceso sin retorno.

Los propietarios de la Educación Privada lo saben y han abierto sus puertas a los alumnos de las Universidades Estatales para que se trasladen y el éxodo ya ha empezado.

Lo grave es que ni los paros o movilizaciones de los jóvenes, ni el Presidente de la República, ni el Parlamento pueden frenar ni cambiar las estructuras y organizaciones del quehacer chileno que privilegian la actividad privada en detrimento de la Estatal, al menos por unos cinco años.

De nuevo los únicos que ganarán (aunque le quiten toda la ayuda del Estado de la que pueden prescindir) son los grandes consorcios que manejan las universidades privadas.

¿Quiere un cálculo?

La Facultad de Medicina de la Universidad de Chile mueve anualmente 60 millones de dólares. Una Universidad privada cara con 10.000 alumnos (mediana) cobrando 10.000 dólares al año, ingresa 100 millones de dólares al año y no gasta más de 10 millones.

Luego puede comprar si quiere a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, con académicos y todo.

A esta Universidad, considerada menesterosa por el Estado para darle unos 2 millones de dólares, le importa un rábano que se los quiten.

Universidades con más de 25.000 alumnos podrían comprar la Universidad de Chile. De hecho algunas han comprado clínicas enormes con médicos, profesionales de la salud y todo el personal de servicios incluidos.

Creo que terminó el tiempo de la inacción y hay que ponerse a trabajar en los proyectos o políticas educacionales equitativas de alta calidad y cualidad para el Pueblo de Chile, generadas por el Pueblo de Chile y distribuidas hacia todo el Pueblo de Chile.

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