El bullying es una realidad que cada vez se conversa más en distintos espacios. Ya sea medios de comunicación, entornos laborales, reuniones familiares o encuentros con amigos, este tema aparece para ser abordado cada vez con mayor altura de miras. Sin embargo, en espacios como el colegio o la universidad se siguen haciendo burlas -muchas de ellas hirientes- contra personas, sólo por su aspecto físico.
Por ello, me causó profunda preocupación cuando revisé los resultados del último estudio anual de la ONG Bullying Sin Fronteras, el que confirmó entre sus hallazgos un aumento de 40% en las denuncias por maltrato, ya sea físico o psicológico, en colegios públicos y privados de Chile, alcanzando 5.934, sobre la base de datos que obtuvieron tanto del Ministerio de Educación como del Poder Judicial.
En mi trabajo como cirujano plástico encuentro muchas veces a padres que, frente a la realidad que enfrentan sus hijos, tienen muchas dudas e incluso han pensado en la posibilidad de someter a algún procedimiento estético para así acabar con las burlas que sufren sus pequeños.
Desde mi experiencia profesional puedo relatar que la cirugía tiene un componente esencial: es un hito reparador para quienes buscar eliminar algo con lo que no se sienten cómodos o les ha traído muchos problemas. Sin embargo, también hay que ser responsables respecto del momento adecuado para someter a un menor a un procedimiento de este tipo.
¿Por qué? Cuando un niño está en pre kinder o kinder todavía no está fija la identidad del ser, el darse cuenta de uno, el ir conociendo lo que es la abstracción, la ironía. Todo eso va apareciendo en los niños cuando empiezan el primero básico.
Por lo tanto, la capacidad de generar comentarios o conductas de acoso que molesten al otro se da por lo general en el primer año de educación básica y allí nuestros niños ya son capaces de darse cuenta de aquellos aspectos físicos que podrían ser usados para provocar bullying. Por todo esto, el niño debiera ser operado antes, para que no sufran este trauma.
Si llegamos tarde, y el niño ya sufrió el trauma, son preadolescentes o adolescentes y junto con los padres se decide hacer esta cirugía, muchas veces debe ir acompañado de un cambio de entorno, como el cambio de colegio o entrada a la universidad.
Sea cual sea la decisión que de adopte, es sumamente importante contar con apoyo psicológico y psiquiátrico, que nos brinden herramientas que ayuden a enfrentar esta cruda realidad, protegido por un entorno familiar seguro.
Por lo tanto, una cirugía siempre es un hito reparador independiente del momento en que ocurra y en la etapa que esté en la persona, a fin de minimizar el impacto y que sirva como un momento que marque un antes y un despues en la vida de nuestros niños, niñas y adolescentes.
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