La carta, valiente y sin maquillaje, publicada por un medio de comunicación y titulada “Marihuana en adolescentes” de las doctoras Anneliese Dörr A. y Sonia Neubauer dejan al descubierto lo que tantos otros se esmeran por ocultar.
El estudio publicado por The Journal of Neuroscience, citado por las doctoras, manifiesta de modo potente y sin ambages el daño a nivel del cerebro que produce el consumo de marihuana en personas menores de 18 años. La entidad investigadora, afirman las doctoras, es de las más reconocidas serias y validadas del mundo.
Qué contrasentido entonces seguir escuchando voces a favor de la legalización del consumo de este psicoactivo cuando las evidencias científicas, de investigadores, de eruditos y de especialistas en la materia, hace rato nos alertan del daño irreversible que el alucinógeno provoca en la población joven de nuestra patria.
¿Por qué ese silencio cómplice en lugar de abordar con claridad un problema de salud mental que hace estragos?
¿Dónde están las instituciones de antaño que clamaban fuerte y claro, sin miedo, con libertad, sin populismos ni demagogias?
El consumo de marihuana, según los estudios, nunca ha sido inocuo como lo postulan desacertadamente, con pertinacia y terquedad quienes poco o nada saben al respecto.
En mis 40 años al servicio de imputados y condenados, jóvenes y adultos, he sido testigo innumerables veces del reconocimiento que hacen los propios afectados cuando se consume la sustancia y la manera como les cambian las perspectivas, asumiendo riesgos desproporcionados, actitudes intolerantes, abusos en todas sus formas, violencia y un pésimo manejo en sus relaciones personales.
Una de las características que más se pueden observar es el “descontrol de impulsos”, que conduce a escenarios dramáticos, con consecuencias inesperadas, que luego confiesan como exacerbados e improcedentes.
Ante ese contexto no en vano algunos jueces de la República señalan como “un peligro para la sociedad” a quienes al cometer delito son víctimas de trastornos emocionales exaltados, irracionales y explosivos.
Últimamente ha sido recurrente este tipo de conductas en muchos ámbitos, privados y públicos, donde no quedan afuera algunos integrantes del parlamento.
Hemos sido testigos de acciones que impactan a la ciudadanía entera y que luego de un perdón irreverente y carente de sentido, donde nunca o casi nunca se restaura el daño ocasionado, se cree ingenuamente que todo vuelve a la normalidad.
Curiosamente, esos mismos que nos dejan estupefactos por protagonizar sus “numeritos” son quienes están a favor de la legalización de la Cannabis, sin tomar en cuenta tozudamente el daño que nos está provocando.
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