Las cirugías plásticas estéticas están retomando sus niveles de crecimiento previos a la pandemia por Covid-19. De hecho, según diversos reportes entre 2010 y 2019 se registraron aumentos anuales de 20% y que hoy están volviendo a cobrar fuerza en todo el mundo y, por supuesto, también en Chile.
De hecho, anualmente se están realizando 15 mil cirugías plásticas y estéticas en el país, según datos de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica.
Sin embargo, la decisión de someterse a un procedimiento estético nunca debe ser una cuestión para tomarse a la ligera. Debe ser una decisión meditada en la que se debe aplicar el "Triángulo de la seguridad" que en la punta tiene a un paciente informado, quien ha investigado al médico, el tipo de procedimiento al que se someterá, que conozca si el profesional tiene la certificación y el entrenamiento para realizar su procedimiento, reconocimiento de los órganos científicos y ministeriales, reclamos a través de redes sociales, Google y si pertenece a la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, además de la experiencia que ha brindado a otros pacientes.
Luego, a un costado de este triángulo, tenemos al centro clínico acreditado, donde se realizará la intervención quirúrgica y que debe contar con todas las medidas de seguridad, higiene y personal calificado para una correcta recuperación, además de información disponible en todo momento para el paciente, ojo con que sea una clínica, no una casa modificada.
Por último, en el otro costado de este triángulo debe existir un cirujano plástico, estético y reconstructivo, que sea un médico certificado, acreditado y que cuente con todas las condiciones y experiencia, no solo para realizar la cirugía que ofrece, sino para poder resolver los posibles problemas o complicaciones que podrían presentarse. Este punto en fundamental, ya que marca la diferencia que permite aminorar los riesgos y dar confianza al paciente que busca someterse a un procedimiento estético con todos los resguardos necesarios.
Es aquí, en este último punto, donde me quiero detener. Durante los últimos años hemos sido testigos de lamentables noticias donde personas han fallecido mientras se sometían a cirugías estéticas o procedimientos en centros médicos acondicionados o francamente clandestinos y -peor aún- con médicos que no cuentan con los años de entrenamiento, formación científica, certificaciones y especializaciones necesarias para realizar procedimientos estéticos, detectar posibles complicaciones y resolverlas.
Es así como a través de la prensa se han informado los casos de mujeres que murieron mientras estaban en un procedimiento, y donde el patrón en común es la falta de certificación y en algunos casos preparación de quienes realizaban estas intervenciones.
Actualmente, Chile no cuenta con una ley de especialidades médicas, que sin duda mejoraría los estándares de protección para los pacientes, ya que obligaría a todo profesional de la salud a tener los estudios, entrenamiento, experiencia, certificaciones y especializaciones necesarias para desarrollar procedimientos específicos propios de cada sub área de la medicina.
Para mí, como médico especializado en cirugía general primero y luego en cirugía plástica, estética y reconstructiva, es imperioso que esta ley tenga una debida tramitación y se discuta adecuadamente, para así entregar más herramientas que protejan la vida de los pacientes y acabe, de una buena vez, con aquellos inescrupulosos que juegan con las ilusiones de las personas sin medir consecuencia alguna.
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