Ha dicho el electo Presidente que solucionará primero las listas de espera en salud. Ojalá así sea. No es sencillo. ¿Cuál es el origen de estas listas de espera? Porque siempre las ha habido, pero en el Servicio Nacional de Salud se producían de semanas y ahora son de varios meses y de varios años.
Las listas de espera son monstruosas en el sistema público y no es raro que las personas se mueran esperando, pero, el sistema privado también está haciendo agua y en las especialidades en falencia o caras también las tiene.
Causas. La destrucción del sistema estatal de salud por la dictadura cívico-militar-pseudo-neoliberal y la incapacidad de los gobiernos dichos democráticos de recuperar el sistema estatal: calza para la Concertación, la Alianza por Chile y Coalición por el Cambio, la Nueva Mayoría y el Chile Vamos que compitieron por ineptitud y aprobaron con distinción. La ciudadanía los castigó no eligiendo a sus candidatos para esta elección presidencial.
La dictadura no invirtió en los servicios estatales de salud y se fueron deteriorando; los gobiernos democráticos fueron incapaces de replantear su desarrollo como organismos autónomos del Estado; los salarios de los profesionales se deterioraron, más críticamente los de los especialistas. Además, se deterioró toda la infraestructura, la capacidad de actualizarse técnica y científicamente. No fue posible el perfeccionamiento profesional en los servicios de salud estatales porque los más capacitados huyeron en estampida por los bajos salarios y la imposibilidad de perfeccionamiento permanente. La fisioterapia que el Servicio Nacional de Salud (SNS) realizaba a toda la población de Chile se hizo casi imposible y fue reemplazada en gran parte por la Teletón. En la periferia se agregan otras condiciones negativas, como la carencia de sociedades profesionales que mitiguen la soledad cultural en que los profesionales de alta especialización tienen. También en menor escala se da la dificultad de educación completa de los hijos de estos profesionales, especialmente en ciudades más pequeñas, con pocos centros educacionales de calidad.
El Hospital de la Universidad de Chile, que es estatal también, sufre este acoso destructivo. El Estado paga a un médico que trabaje 22 horas (media jornada) menos de $800.000 mensuales con lo que no puede vivir con su familia y sus gastos acordes a su estatus. Lo mantiene su trabajo privado de las otras 22 horas. Esto sucede en todos los servicios estatales, que pagan algo más; así un médico al fin de su carrera puede estar recibiendo entre 4 y 6 millones de pesos por jornada completa. Un médico tope en la carrera por jornada completa y dedicación exclusiva (mi caso, aunque yo debo ser uno de los más mal pagados) en la Universidad de Chile difícilmente llega a los 4 millones de pesos (yo recibo 2,6 millones).
Pregunté una vez a un especialista joven cuánto ganaba; la respuesta me sorprendió: dado el grupo al que pertenezco no puedo ganar menos de 10 millones mensuales. La medicina tiene que ver con enfermedades y no con la vida sana o la muerte. Los obstetras no deberían atender embarazos y partos normales y entrar a atender sólo las complicaciones. Pero atienden embarazos y partos. Supongamos un obstetra que cobra $500.000 por parto y atiende sólo dos partos diarios y trabaja en esto 5 días a la semana, es decir 5 millones semanales y 20 millones y un poco más al mes. Si a lo más el parto le significa 2 horas, trabaja 4 horas diarias solamente, para ganar esa enormidad que es equivalente a 66 sueldos vitales (vital aproximado a $300.000) ¿Vale su trabajo (o él) 66 veces más que el de un agricultor que siembra y cosecha o que un auxiliar cocinero que trabaja 8 horas al día dando de comer a 1.500 personas al mes?
Hay una infracción ética grave en esta desigualdad, pero que se acepta como que si fuera la salida del Sol. ¿Se atreverá el Presidente a poner aranceles máximos para el ejercicio profesional? ¿Aceptarán los especialistas atender en Punta Arenas por 3 millones mensuales?
Este es un problema gravísimo, pero no el peor. Hay grupos confabulados para atender en ciertas condiciones y aranceles que introducen las colusiones. En hospitales públicos (de provincia especialmente) no se operaba en la mañana sino en la tarde, en los mismos pabellones, con los mismos profesionales y con el mismo paciente. En la tarde operaba el equipo privadamente y en la mañana no operaba porque argumentaba que tenían solo 22 o menos horas contratadas con el hospital y eso no alcanzaba para operar óptimamente. Esto que era por decir lo menos una estafa al Estado (el paciente se sometía y daba su consentimiento en las condiciones de ser operado por el servicio estatal en horas de servicio) se convierte en una colusión del grupo de especialista no sólo por aranceles, sino que por las condiciones de atención del paciente.
Como la salud es una necesidad de satisfacción obligatoria es además un chantaje o extorsión al Estado, que somos todos los chilenos, y que tenemos que pagar lo que pidan. Se complica la situación cuando un Ministro de salud acusa a estos médicos con palabras fuertes y los médicos se quejan al Colegio Médico, que sale en su defensa y antes de ser expulsado de la Orden el Ministro renuncia a ella ¿Puede el Colegio Médico sin caer en transgresión legal y moral defender a quienes delinquen al coludirse o cobrar aranceles prohibitivos para el Estado o el bolsillo de todos los chilenos?
La salida es volver a la salud y educación (especialmente universidades que forman profesionales de la salud) estatales completas pagadas por el Estado, con establecimientos y profesionales de primera calidad, pero con mística en los profesionales de servicio al país y no a su bolsillo. Es el tiempo del profesional cristiano y del que es verdaderamente de izquierda, ahí se verá quién quiere apoyar a su presidente y servir desinteresadamente a los chilenos.
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