Reforma a las Isapres, anuncio que urge el 21 de mayo

Se dice que hay dos tipos de problemas. Aquellos que tienen solución, y aquellos que no la tienen. En política, los que tienen solución, se solucionan. Y para aquellos problemas que no tienen solución, se crea una comisión. 

Así, en la reforma al sistema de Isapres,  derecha e izquierda parece que han venido a coincidir en la creencia de que es un problema sin solución.Y es que habiendo llamado el gobierno de Piñera a dos comisiones para una reforma, y una tercera el gobierno de Bachelet, ninguna logró algo en el Congreso. Para peor, de este gobierno ni siquiera sabemos si, en un futuro próximo, se presentará un proyecto de ley o quizás esperan que un nuevo gobernante haga una nueva comisión.

El sistema, por cierto, adolece de serios problemas, que limitan el acceso de la población a prestaciones de salud y que requieren urgentemente de una solución.

En primer lugar, la progresiva concentración del mercado y las consecuencias en la oferta: de 20 Isapres existentes a comienzos de los 90’, hoy sólo quedan 7 que concentran más del 90 % del mercado de la salud.

 A esto, se suma el hecho de que, si bien por ley, está prohibido que las Isapres  pueden ser dueñas de clínicas (integración vertical), en la práctica vulneran esta regulación, incrementando su capacidad fijadora de precios. Así, aumentan sus utilidades ofreciendo planes más económicos en clínicas que son de determinada Isapre.

Este problema estaría atentando contra la libertad de elegir y contra el espíritu inicial del sistema, uno donde los pacientes tienen la posibilidad de optar entre distintos prestadores, que se ven incentivados a ofrecer salud de calidad al menor costo, para captar los recursos aportados por los paciente a través de las aseguradoras.

En segundo lugar, se ha producido el llamado ¨descreme¨, por medio del cual las Isapres han concentrado a una población joven y sana, con buenos ingresos, dejando a los adultos mayores  pobres y más enfermos en Fonasa.

Esto se ha logrado por medio de las alzas sistemáticas de los planes, que han encarecido el costo de estos al punto que los pacientes se ven obligados a migrar al sistema público, que los acoge cuándo están enfermos pero que no les cobró cuando estaban sanos. De esta manera, se ha convertido en un sistema de aseguramiento de la salud, que paradójicamente, se preocupa  fundamentalmente de los pacientes sanos.

En tercer lugar,  se ha desarrollado una asimetría en la información, que impide que los pacientes, puedan discriminar qué Isapre ofrece un plan mejor que otra. Así, existen 26.000 planes de salud entre los cuales optar y 53.000 planes diferentes activos, con nombres, prestaciones y valores muy disímiles, que impiden a un paciente ejercer  una elección informada. No hay como como saber qué plan es mejor o peor que el anterior.

Todo esto ha caído bajo el escrutinio público, generando diferencias en las mismas Isapres respecto a cómo avanzar, existiendo una que ha terminado con su propiedad en prestadores y otra que ha optado por salirse da la Asociación que las aglutina, ante las grandes divergencias suscitadas.

Finalmente, se agrega el problema del fallo del Tribunal Constitucional: Originado en la demanda de una mujer que consideró que el alza a su plan de acuerdo a una tabla relacionada con la edad era discriminatoria, generó un veredicto paradigmático, que estableció que un seguro de salud no puede utilizar los mismos criterios que cualquier seguro.

Dado que si bien un chofer responsable, puede llegar a no chocar nunca, un paciente, por muy responsable que sea, no puede evitar enfermarse, por lo cual una alza constante del precio del plan, justificada solo en edad y sexo, constituiría esencialmente discriminación arbitraria, que atentaría contra la naturaleza social de un seguro de salud.

Se ha generado así, un nuevo problema, dado que hoy se puede llegar, por la vía del recurso legal, a evitar siempre un alza de un plan aún cuando pudieran existir razones fundadas para dicho aumento, relacionadas por ejemplo, con un incremento real del costo de los insumos médicos.

Dado lo anterior, urge realizar una reforma al sistema de salud, en primer lugar, generando un plan garantizado que deba ser ofrecido independiente del sexo, fertilidad  y condición de salud de las personas que quieran contratarlo, por un precio determinado, en cualquier Isapre.

Se debe del mismo modo, establecer criterios de solidaridad, que quienes tienen más ingresos y se enferman menos, puedan aportar sus recursos a un fondo común solidario entre Fonasa e Isapres que financie diferentes prestaciones: medicina preventiva, vacunas, medicamentos de alto costo, etc.También que regule eventuales alzas estableciendo un IPC de la salud.

Para esta reforma, ya existen al menos tres propuestas,  en las cuales hay diferencias, pero también muchas convergencias.

No necesitamos más, tampoco se necesita una reforma a la Constitución para este fin. Sólo se necesita que las prioridades del gobierno, se alineen con lasdel país.

En los últimos 20 años la salud ha estado casi siempre entre las tres prioridades más importantes de los chilenos. Es hora que la Presidenta los escuche, y aproveche su penúltimo 21 de mayo  para reivindicarse y envíe un proyecto de ley que reforme el sistema que tanta desigualdad en salud genera.

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