A más de 100 años

A propósito de Semana Santa, me tocó ver una película en televisión, en donde se narraban los acontecimientos de las apariciones de la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos, lo que produjo en su momento un revuelo de proporciones insospechadas.

El Alcalde del lugar, hombre corto de miras, no se le ocurrió mejor idea que amedrentar a los pequeños receptores de la aparición, con torturas y finalmente concretó estas amenazas encerrándolos en la cárcel.

Esta situación me llevó a reflexionar sobre la manera en que estamos tratando como país la problemática de la delincuencia juvenil. En el caso de Portugal, lejos de hacer un análisis acucioso y de manera adecuada a la edad de los niños y animarlos a revelar el secreto, se optó por la torpeza irracional, la violencia y la agresión.

Más de cien años después, con sorpresa nos damos cuenta que en Chile se reedita de alguna manera, la actitud con los niños y jóvenes que delinquen. Es más, aparecen voces que anuncian la necesidad de bajar la imputabilidad de los menores de 14 en la actualidad, a 12 años.

Esto manifiesta una mentalidad anacrónica, respecto al modus operandi en relación a la manera que debemos actuar ante la situación que nos preocupa como país.

Parece ser que la forma de actuar del Alcalde de Fátima, facilista y superficial, es la mejor manera que tienen algunos países- incluido Chile -para no investigar, analizar o estudiar las alternativas verdaderas que pueden llevar a un niño, o a un joven a delinquir.

La privación de libertad es un instrumento de opresión, de generación de agresiones, de abusos sexuales, psicológicos y físicos, de violencia indiscriminada que hacen finalmente cultivar en el corazón humano rencores, espíritu de venganza y desprecio social extremo.

La Fundación Paternitas ha denunciado en todos los tonos e incansablemente la urgencia de salir de la pasividad indolente, para buscar desde el conflicto mismo, única manera de tratar de resolver el tema de la delincuencia, el consumo de drogas y alcohol problemáticos, la deserción escolar y la búsqueda de dinero fácil.

Una metodología tremendamente exitosa para invitar al cambio ha sido la creación de los tutores- uno a uno- permitiendo establecer los puentes afectivos, de esperanza, social y familiar, laborales y educacionales, que por distintos motivos y por circunstancias extremas desde los inicios de la vida se han perdido.

Sabemos , por casi más de 20 años de experiencia, que ningún joven y menos todavía un niño que reciba ternura, bondad, cercanía y oportunidad, que incluya a la familia, no da a lugar para un cambio en los horizontes tantas veces estrechos y heridos de nuestros usuarios.

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