Casos Trump y Jadue: ¿Operaciones políticas?

En estos días hemos participado de un espectáculo diverso, en los extremos norte y sur de nuestro continente, pero que tienen mucho en común. Si bien uno está sentenciado y el otro formalizado con cautelar gravosa, uno se da en la extrema derecha y otro en la extrema izquierda, lo claro es que tienen cosas en común que nos debe llevar a reflexionar.

¿Qué tienen en común? Ambos arguyen que son víctimas de operaciones políticas, para Trump del gobierno de Biden y para Jadue de un sector de la sociedad que solo quiere sacarlo de la vida política donde aspiraba ser candidato a la Presidencia.

En ambos casos la operación política queda absolutamente desvirtuada con el peso de las pruebas; en un caso para sancionar y en el otro para formalizar. El que lo define es un poder del Estado absolutamente independiente del poder político. Poder Judicial reconocido y valorado que es consustancial a nuestras democracias.

En el caso de Trump sus adherentes, y al parecer su partido, se niegan a reconocer sus delitos. En el caso de Jadue son sus adherentes y claramente también su partido que se la juega por su militante. Lo grave es con la participación de parlamentarios en la barra -como señaló el subsecretario Monsalve- se le hace un pésimo favor al gobierno y a la democracia. No sé qué dirían estos mismos parlamentarios si jueces de nuestro país le hicieran un mitin en las puertas del Congreso por una ley que no les parece. Es un poder que se inmiscuye en las decisiones de otro.

Ahora, estas situaciones deben llamarnos la atención, objetivando la realidad. Tanto la ultraizquierda como la ultraderecha se caracterizan por buscar la forma de imponer sus visiones y manejar los otros poderes del estado. En el caso de Trump, ya lo demostró claramente con la invasión al Capitolio, donde busco la manera de imponer su criterio frente a las elecciones y no cabe duda de que lo volvería a hacer. Cabe recordar también a Bolsonaro en Brasil. Hay otros casos de control y abuso de otros poderes que han sido incluso más macabros como en nuestro país.

En el caso de Jadue basta mirar a Venezuela, Cuba y Nicaragua, para nombrar a algunos de nuestro continente. Todos países en los que la democracia ya no existe, más allá de eufemismos de distinto tipo que tratan de justificar lo injustificado El Partido Comunista y Jadue, sistemáticamente, han defendido a Castro y sus herederos, a Hugo Chávez y Nicolas Maduro, y también a Daniel Ortega.
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Esto, sin duda nos debe llevar a reflexionar. Primero, constatando las señales que se emiten, son muy potentes, para que cuidemos nuestra democracia. Segundo, evaluando quién es quién en nuestra política. Basta recordar que el señor José Antonio Kast se identificó y se asoció con Trump y Bolsonaro.

Tercero, evidenciar que en ambos casos hacen una manipulación tan grande de los hechos, que incluso lo mismo que aquí critican, lo justifican en el caso de sus oponentes.

Las viejas teorías conspirativas siempre nos llevan al mismo fin, justificar y levantar un poder absoluto, del cual cuesta mucho zafarse. Sea basada en la lucha de clases o en la introducción de un capitalismo bárbaro. En ambos casos disfrazados o manejados mañosamente, incluso violando la verdad y la dignidad humana de todo un pueblo. ¡Cuidemos nuestra democracia!

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