Los últimos años, tanto el Consejo de Monumentos Nacionales como la propia Comisión de Patrimonio Histórico han dado cuenta de una serie de denuncias por robo y daños en el Cementerio General, considerado Monumento Histórico desde 2010, tras un largo esfuerzo de la ciudadanía para asegurar su conservación. Ello también concierne al Cementerio N°1 de Valparaíso y al Cementerio Municipal de Punta Arenas Sara Braun, entre otros.
Estas denuncias dan cuenta de la existencia de robos a gran escala como los perpetrados por el empresario Raúl Schüler quien, no contento con traficar con una escultura de mármol del mausoleo de la familia Valenzuela Darlinghton del Cementerio General de Santiago, también se apropió de 20 obras históricas, entre las que se cuenta la estatua de 180 kilos "La República", sustraída desde la Plaza Rubén Darío en Valparaíso; y la escultura de 90 kilos "La Polimnia", del Parque Cerro Santa Lucía en Santiago. Este reducidor de patrimonio sólo alcanzó una sentencia por receptación y no por daño al valor patrimonial chileno. A lo anterior se suman los robos a menor escala, cuyos autores quedan en la impunidad, afectando a las obras artísticas en bronce y/o de mármol de los mausoleos, las manillas de bronce de las lápidas o puertas, los vitrales, placas metálicas, mármoles descuajados de sus bases o arrasando con las mismas tapas de mármol que cubren las tumbas.
Si ello no fuese poco, también hay robo "hormiga" de plantas y suculentas, de contenedores de flores y lo más insólito, la sustracción de los propios arreglos florales cuando existen funerales recientes y las flores las pueden revender.
Estos hechos no solo representan empobrecimiento al patrimonio cultural y artístico, también devela la pérdida del respeto hacia nuestros muertos, valor con reconocimiento ancestral que une a la humanidad, aun cuando las expresiones para con nuestros muertos sean culturales.
Si ese respeto universal no se valora o se quiebra con intenciones expresas de maltrato a nuestros muertos, socialmente habrá como consecuencia un conflicto incrementado en la violencia, y un sentir ciudadano con un alto grado de vulnerabilidad social. Pero si hay respeto por ellas y ellos, socialmente tendremos solidaridad para la otredad y compasión.
El acontecer histórico de nuestro país nos ha movilizado para respetar la necesidad de dignificar el valor del ser humano muerto buscando no solo repatriar y redignificar los cuerpos de nuestros fallecidos ancestrales exhibidos y/o estudiados por la ciencia colonialista. Repatriarlos es también traerlos a la tierra que de verdad los contiene junto con reparar el duelo del destierro vivido e impuesto por años.
Al mismo tiempo, en el propio territorio se hace necesario demandar la recuperación de los cuerpos y/o restos de inhumaciones ilegales y/o cementerios clandestinos, donde se generaron masacres y genocidios con el fin de que las familias puedan reencontrarse con sus familiares muertos y ofrecerles el deseo universal del "descanso en paz". En consecuencia, darles dignidad a nuestros muertos y sepultarlos.
Así, nuestros cementerios públicos en el tiempo han cobijado y dignificado a nuestros muertos contribuyendo a no enajenar nuestra condición de individuos/as en sí mismos, al tiempo que nos ayudan a mantener los lazos sociales y familiares con los que vivimos, asimismo son un espacio de memoria que no solo evoca el peso de la historia chilena, también materializa que los satélites de poder y dominación, de espacios y posiciones sociales, de opresores y oprimidos, de marginales y disidentes, religiosos y agnósticos, santificados y traidores, precursores y patriotas, usureros y benefactores, explotadores y explotados, se entrelacen desde un tiempo pasado con un nosotros donde finalmente la experiencia sensible nos muestre que somos iguales frente a la muerte.
Por consiguiente, el "descanso en paz" es una expresión de la memoria privada y colectiva que invoca la dignidad y por tanto es un derecho humano. Vulnerar los espacios donde nuestros muertos yacen implica vulnerar los signos que como humanidad nos hemos dado. Pedimos respeto y dignidad para los cementerios y nuestros muertos. No hacerlo nos aliena.
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