En momentos como estos, donde comprendemos más fácilmente la fragilidad del ser humano, es cuando más necesitamos ser empáticos, solidarios y demostrar con acciones concretas nuestra preocupación por el otro y por la sociedad.
Ahora que hemos tenido que parar por decreto y que disponemos de tiempo para darnos cuenta de lo que tenemos - y quizá también de quiénes somos y quiénes queremos ser -, es buen momento para pensar en aquellos que siempre quedan al final de la lista de prioridades, como también de todos los que en un momento determinado lograron sobrepasar la barrera de la vulnerabilidad, pero hoy son susceptibles de perder el esfuerzo familiar mancomunado.
Necesitamos una solidaridad fuerte que, a pesar de los contextos muy diversos y de las relaciones asimétricas, entiende que todas y todos somos profundamente interdependientes, que a problemas globales soluciones globales, y que no hay “otros” ni “otras”, sino un compromiso y un horizonte común con personas de carne y hueso, comunidades y pueblos.
No es momento de críticas, nadie estaba preparado para una pandemia de esta envergadura que, asociada a sus costos de salud, conlleva una crisis económica y social muy profunda. Como dijo el sacerdote jesuita, Felipe Berrios “no hay tiempo para ser disidentes, todos debemos unirnos”. Y haciendo eco a ese llamado, y a nuestros principios judaicos, nuestro rol como Comunidad Judía de Chile es poder ir en ayuda de los más necesitados.
El judaísmo nos mandata el precepto de “Tikun Olam”, mejorar el mundo, y es precisamente en estos momentos cuando nuestro deber es procurar visibilizar a quienes no tienen voz, y aportar a darle dignidad a los más necesitados.
También nos mandata el principio “amar al prójimo como a ti mismo”, lo que conlleva la obligatoriedad de preocuparse por el otro en su sentido más profundo, pre-ocuparse, ocuparse antes de que sea demasiado tarde.
Como comunidad judía estamos convencidos de que para superar esta crisis se requiere el esfuerzo colectivo de todos los actores, independiente de sus diferencias pasadas, presentes o futuras, no hay espacio para las divergencias en situaciones tan dramáticas como las que estamos viviendo como país y humanidad.
La pandemia tal vez nos servirá para colocar en el escalón de prioridades aquellos aspectos realmente más importantes para construir una sociedad más justa, equitativa y solidaria.
No sabemos si seremos una sociedad con mejores valores tras superar esta pandemia, tenemos la esperanza de que sea así.
Mientras tanto, nos comprometemos a trabajar y colaborar en todo aquello que esté a nuestro alcance para hacer de Chile un mejor país.
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