Ante inauguración de la Línea 6 del Metro de Santiago, desde el seno de la Universidad de Chile ha surgido la iniciativa de reconsiderar el nombre original de la Estación ‘Los Hospitales’, proponiendo en cambio el nombre de Estación ‘Doctora Eloísa Díaz’, quien fuese la primera mujer graduada de medicina en Chile y América Latina en 1887.
La iniciativa ha sido difundida ampliamente por redes sociales, logrando gran recepción entre la sociedad civil, puesto que representa una oportunidad concreta para rendir homenaje público a una figura clave en la historia médica de Chile, pero cuyo reconocimiento ha sido muy exiguo, siendo injustamente relegada al olvido a pesar de sus valiosos méritos.
Eloísa a lo largo de su formación universitaria debió soportar profundas discriminaciones de sus compañeros e incluso por sus propios profesores, quienes se oponían a la integración de mujeres en círculos científicos.
Además de todo lo que significó la obtención del primer título de medicina en aquel contexto de desigualdad de género, Eloísa también realizó importantes contribuciones en el campo de la salud pública, participando activamente en diversas organizaciones de salubridad urbana con el objetivo de disminuir las abrumadoras penurias sociales que aquejaban a los infantes más pobres de fines del siglo XIX y comienzos del XX.
Bautizar a esta estación del Metro de Santiago con el nombre de la insigne médica, sería un gesto de reconocimiento hacia la memoria de una mujer cuya historia y legado ha sido minusvalorado respecto a la hegemonía masculina que orbita en el imaginario histórico, social y cultural de nuestro país.
El debate actual demuestra que el espacio urbano es un fiel reflejo de las transformaciones sociales que acaecen incesantemente. Disputar los lugares de enunciación, tal como puede ser el nombre una estación de metro, es una manera de marcar simbólicamente la lucha actual por la igualdad de género y para avanzar hacia el reconocimiento de innumerables mujeres que han construido y seguirán construyendo la historia de nuestro país.
Vale la pena también reflexionar sobre las historias que subyacen bajo la denominación de nuestras estaciones de Metro, algunas incluso proyectadas para rendir tributo a figuras femeninas. Tal es el caso de la Estación Violeta Parra, finalmente fue bautizada como Estación San Pablo bajo los designios de la Dictadura Militar.
Por último, es importante examinar la manera en que la institucionalidad denomina a las estaciones de Metro.
Sería conveniente incluir criterios de participación, pertinencia histórica-territorial y equidad de género para reconocer a mujeres que a lo largo de la historia han realizado valiosas contribuciones en diversos ámbitos del quehacer humano.
De esta manera, la Estación Doctora Eloísa Díaz sería un valioso avance para reivindicar su legado desde el espacio urbano y para propiciar mayores cuotas de igualdad de género en la construcción material y simbólica de nuestras ciudades.
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