La cohesión en tiempos de crisis

Las crisis políticas son momentos de verdad. No solo porque revelan las fisuras que yacen bajo la superficie, sino porque ponen a prueba la capacidad de un gobierno para actuar en conjunto. En situaciones así, la respuesta fácil es la fragmentación: Sectores que se distancian, lealtades que se vuelven selectivas, discursos que buscan proteger solo lo inmediato. Pero es precisamente en estos momentos donde la cohesión, esa fuerza silenciosa, cobra su real importancia.

La unidad, en este contexto, no es solo una virtud; es una estrategia. Mantener el compromiso mutuo y resistir la tentación de deslindar responsabilidades individuales es esencial para cualquier coalición que aspire a sostenerse en el tiempo. La historia está llena de ejemplos de alianzas que no resistieron el embate porque, ante la dificultad, cada sector optó por salvar su propio espacio, perdiendo así la cohesión necesaria para mantener su proyecto común.

La cohesión, a diferencia de una unidad monolítica, ofrece margen para el movimiento: puede adoptar múltiples expresiones y adaptarse a las particularidades de cada realidad política. Es, si se quiere, una unidad flexible, una convivencia en la que cada sector mantiene su identidad sin diluir el sentido de pertenencia al todo. Su fortaleza radica en esa flexibilidad, que permite sostener un propósito común sin perder su esencia. En este sentido, la cohesión no es una postura ni un discurso, sino una práctica. Significa que cada sector entiende su papel en el conjunto y asume que el éxito o el fracaso de uno afecta a todos. Esta cohesión no implica suprimir las diferencias; al contrario, se trata de la capacidad para gestionarlas con disciplina, evitando que se conviertan en armas en manos de quienes buscan desestabilizar.

Para superar una crisis, un gobierno debe mostrar que es más que la suma de sus partes. Debe establecer mecanismos de coordinación donde cada sector contribuya desde su lugar, sin competir por protagonismos ni dividirse en gestos de defensa aislados. La verdadera fortaleza de una coalición se mide en su capacidad para resolver sus tensiones de manera interna y, sobre todo, para proyectar al país una imagen de unidad en la acción.

Finalmente, en tiempos de crisis, un gobierno debe saber proyectar serenidad. La estabilidad política no surge de evitar las crisis, sino de saber responder a ellas con coherencia y con un sentido de propósito compartido. Así, lo que podría ser una fuente de desgaste se convierte en una oportunidad para reafirmar la solidez del proyecto y la determinación de quienes lo sostienen. La cohesión, en última instancia, no es solo una respuesta a la crisis; es la base sobre la cual se construye la resiliencia que cualquier gobierno necesita para perdurar.

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