Luego de ver las distintas movilizaciones, actividades e iniciativas para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en todo el mundo, no solo nos debiera poner muy contentos lo ocurrido, sino también se nos abren enormes posibilidades para hacer frente a un sistema patriarcal que se sigue reproduciendo en todos los ámbitos existentes y que muchos de ellos no han sido abordados mayormente desde una mirada feminista y que promueva masculinidades plurales.
Es el caso del consumo de drogas de millones de personas, incluido el alcohol, en donde lamentablemente aún se siguen replicando discursos y prácticas machistas todos los días en las familias, escuelas, hospitales y grandes medios de información, desde una mirada drogocéntrica, lo que le ha hecho un flaco favor a la igualdad de género y la no discriminación, ya que se les condena a las mujeres a una vida llena de estigmas, discriminaciones y violencias.
De ahí la importancia de ver el fenómeno del consumo de drogas como heredero de un mandato de masculinidad hegemónica que oprime a las mujeres de diferentes maneras y en distintos lugares, y que como hombres también nos subordina a prácticas que dañan a otros y a nosotros mismos, como muestran quienes han hecho la relación entre género y sustancias, y que ha demostrado que nuestra relación con las drogas no es neutra.
Es lo planteado en Chile por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), a través de su curso gratuito llamado Género y Políticas Públicas en Drogas(1), el cual hace un recorrido bastante completo del fenómeno del consumo de sustancias desde una perspectiva de género, lo que es una muy buena noticia para no solo quienes trabajamos en esa institución, sino también para cualquiera que quiera reflexionar al respecto.
Revisando lo planteado en dicho curso, se evidencia el profundo daño que generan los roles y estereotipos de género existentes, siendo las mujeres consumidoras de drogas las más perjudicadas, ya que la sociedad las aparta y excluye mucho más que a los hombres, por el rol materno que se les ha impuesto históricamente, lo que ha hecho que por vergüenza pidan menos ayuda y vayan en mucho menor cantidad que los hombres a tratamientos de drogodependencia.
Por lo mismo, somos los hombres quienes primero que nadie debiéramos revisar nuestras propias prácticas machistas desde muy pequeños y simplemente rebelarnos contra un mandato de masculinidad hegemónica, que en el caso de las drogas, se vuelve una necesidad el poder cambiar y desnaturalizar una cantidad de mitos sexistas que no solo vulneran a las mujeres, sino que también nos autodestruye.
En consecuencia, si uno revisa con atención las representaciones que los hombres le dan a las drogas en general, están estrechamente relacionadas a la búsqueda del riesgo, prestigio, reconocimiento, capacidad de conquista, potencia, rendimiento, coraje, valentía, pero también a la falta de cuidado personal y de nuestra propia salud física y mental, lo que se traduce en un mayor consumo de drogas ilegales que las mujeres, mayores sobredosis, mayores suicidios, y por supuesto, mayores siniestros de tránsito en comparación a ellas(2).
Para entender todo esto que nos han enseñado para ser-hombres, hay que revisar la relación con la negación racionalista que desde muy pequeños hacemos de nuestras propias emociones, siendo las drogas una forma ideal de poder lidiar con el dolor y no tener que así auto observarnos, siendo incapaces de reflexionar sobre nuestros propios sentidos de vida y experiencias.
En otras palabras, es como si por ser hombres no podemos aceptar nuestra propia debilidad y vulnerabilidad, ya que sería supuestamente muy femenino, por lo que optamos por usar a las drogas para tener más control, lo que a la larga es una represión totalmente insostenible con el paso del tiempo, que en algún momento explota, pudiendo dañar de manera muy violenta a otras personas y a nosotros mismos.
En definitiva, la prevención del consumo de drogas no puede estar ajena a la perspectiva de género y a cuestionar una masculinidad hegemónica imperante, que genera efectos tremendos en la sociedad, por lo que como hombres tenemos que empezar a desmontar todo esto e impulsar formas diversas de ser hombre y de relacionarnos con nuestro entorno, quitándole así el valor patriarcal que las drogas siguen teniendo hasta el día de hoy.
(1) Academia SENDA abre curso sobre Género y Políticas Públicas en Drogas
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