"Con los mismos derechos", parejas homosexuales anhelan matrimonio igualitario en Chile. Así tituló un diario internacional la nota que da cuenta del avance de la ley tan necesaria en nuestro país. Actualmente, 7 de los 12 países de Sudamérica reconocen algún tipo de uniones del mismo sexo. Entonces, el mundo nos observa atentos, porque en Chile se generó un proceso de cambios constitucionales que son admirables, y claro, debieran ir acompañados con esta evolución natural.
La discusión en el Senado de esta ley -reemplazando la actual normativa que establece que el matrimonio es en exclusiva entre un hombre y una mujer- fue una instancia de debate respetuoso, un diálogo con tolerancia y, sobre todo, con argumentos que sustentan los respaldos o las discrepancias al respecto.
Se trata de un hito significativo, porque ha sido difícil el camino para conseguir mayor igualdad al interior de las familias. Con el mismo sentido que buscó la Ley de Filiación, que en octubre de 1998 fue promulgada, dejando atrás la existencia de dos tipos de hijos e hijas: legítimos e ilegítimos; hoy aquella diferencia nos parece tan inconcebible. Con esta ley, la visión de familia -siempre comprendida como núcleo fundamental de la sociedad- es ahora también entendida como un espacio de afecto, de crecimiento, de contención y proyección de la vida.
Por ello es necesario este mismo nivel de reconocimiento a todos los proyectos familiares. Porque, insisto, la Constitución Política la considera como el núcleo fundamental de la sociedad, aquello demanda que se establezca el matrimonio como un estatuto especial, preferente y de protección. Es un acto de coherencia garantizar el derecho de todas las personas a la valiosa institución del matrimonio, sin discriminaciones odiosas, realzando el valor de la autonomía personal y -lo que es muy importante- el derecho fundamental de cada ciudadano y ciudadana en este país a decidir respecto su vida.
Nuestra legislación contenía diferencias inaceptables entre hombres y mujeres; entre hijos, aquellos nacidos dentro o fuera del matrimonio, normativa que tuvimos que ir corriendo con el tiempo. Modificar el Código Civil y otros cuerpos legales para permitir el matrimonio de parejas del mismo sexo y regular los derechos y obligaciones que adquieren quienes lo celebran, es un justo paso. Es terminar con prejuicios y discriminaciones para avanzar hacia mayores niveles de tolerancia, de respeto e igualdad.
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