Me atrevo a decir que el racismo es uno de los sentimientos más bajos y miserables que se pueden sentir en esta época. Probablemente siempre, pero hago alusión al tiempo actual porque vivimos sin duda años de intensas crisis humanitarias, países en guerra y migraciones masivas. Lo curioso de esto es que nadie, incluso los más nacionalistas y conservadores difícilmente se identificarían como racistas. Sería muy extraño entrar a una sala y pedir que levante a mano quien se considera racista. Seguro nadie lo haría. Pero hay racismo y mucho. Es cosa de ver el mundial.
Como me gusta el fútbol, me he dedicado a ver varios de los partidos de este mundial de Rusia 2018. Creo no equivocarme, pero en la mayoría de los equipos que representan países europeos (Inglaterra, Bélgica, Alemania, Holanda, Francia sólo por mencionar algunos) existen jugadores afro descendientes y del Medio Oriente, ya sea de primera o de segunda generación. Son veloces, hábiles, con condiciones físicas excepcionales, altura y presencia. Incluso algunos de ellos ya se proyectan como figuras mundiales en esta disciplina deportiva. Pero, ¿cuál es el problema?
Durante los pasados meses, hemos visto el severo problema migratorio que existe en Europa debido a los desplazamientos humanos a través del mar mediterráneo y las fronteras. Muchas de estas migraciones son producto de situaciones de extrema violencia y crisis política. Simplemente se han transformado en lugares donde no es posible vivir. Desde Libia hasta Siria, todos sitios donde el dolor se respira y no tiene clemencia.
Es doloroso y miserable que tantos hinchas celebren los goles de esos jugadores que hoy usan la camiseta de un país europeo única y exclusivamente gracias la migración. ¿Existe algo más hipócrita que celebrar los goles de un jugador inmigrante y el resto del año exigir al Estado que cierre las fronteras del país? Cuando me sirve, bienvenido; cuando no, que se largue.
Pienso en Jean Beausejour. Jugador chileno de origen haitiano-mapuche. Durante el mundial pasado, no vi jamás alguna alusión a los orígenes del jugador. Era un jugador con la camiseta de Chile. Su compromiso era con el país. La población coreó, gritó, lloró y celebró cada gol. Esos mismos hinchas chilenos hoy son los que se quejan de los inmigrantes y aplauden la militarización de la Araucanía.
Esos mismos seres humanos se ponen la camiseta y celebran los goles de ese jugador. Al menos un par de horas. El resto del día se quejan y humillan a los inmigrantes porque vienen a “quitar el trabajo”. ¿Entonces Jean no es chileno? ¿Sólo a veces?
Me tiene harto la indolencia y la miseria de estas personas. No existe ningún país en el planeta que no se haya beneficiado de las inmigraciones. El mundo entero hoy se arrodilla ante el talento de Kylian Mpabbé. Los medios hablan de un jugador francés. Su madre es de Argelia y su padre de Camerún.
Si tanto nos gusta Beausejour y decimos que es chileno, honremos su linaje dentro y fuera de la cancha. No solamente cuando nos conviene. El racismo no nos puede meter más goles.
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