Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la organización sobre residuos WRAP (Waste and Resources Action Programme), en 2019 se desperdiciaron 931 millones de toneladas de alimentos.
Esto significa que el 17% de la producción total de alimentos en el mundo fue a parar a la basura. Sí, leyó bien, a la basura. Esto contrasta dolorosamente con la realidad que afecta a millones de personas. De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), 690 millones de personas pasaron hambre en 2019, un número que se estima está aumentando drásticamente con la actual pandemia de Sars-Cov2. Para hacer frente a esta situación, el programa para el medioambiente de la ONU decidió definir un objetivo claro: para 2030 se debe reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita. En esa línea está también nuestro país con la poco conocida Estrategia Nacional de Residuos Orgánicos Chile 2040, que propone como meta pasar de 1% a 66% de valorización de los residuos orgánicos generados a nivel municipal a ese año.
En diciembre del 2019 en Cerro Navia dimos inicio al primer banco de alimentos municipal del país. Creamos este programa para generar, desde el modelo de economía circular, una alternativa al desperdicio de alimentos, logrando que toneladas de alimentos en buen estado puedan tener uso y redistribuirlos a personas en situación de dependencia severa, personas mayores y también a ollas comunes de nuestra comuna, generando así una política de triple impacto: sanitaria, medioambiental y social. En el caso de aquellos alimentos que no estén en buen estado, los utilizamos en el centro de sustentabilidad comunal para compostaje y vermicompostaje, con el fin de que con el hummus generado pueda ser reutilizado en la fertilización y regeneración de áreas verdes comunales. No desperdiciamos nada.
La creación de bancos de alimentos no es una idea nueva. Los primeros datan de la década del '60 en Estados Unidos, y en nuestra región su presencia es extendida en países como México, Colombia y Argentina, donde se ha dispuesto de una legislación que facilita el rescate y redistribución de alimentos.
Pero ¿qué sucede en Chile? En nuestro país el desperdicio de alimentos busca ser mitigado mediante un proyecto de ley que modifica el Código Sanitario (Boletín: 10198-11). Esta norma significará que los alimentos que no puedan ser comercializados deberán ser entregados por los productores o comercializadores a organizaciones intermedias en forma gratuita. La aprobación del proyecto ley será un avance en materia de desperdicio alimentario. No obstante, su implementación significará la adecuación tanto de la industria alimentaria como de las organizaciones públicas y de la sociedad civil para las tareas de rescate y distribución eficiente de alimentos. Van 6 años de tramitación.
En este escenario, la gestión de los gobiernos locales resulta estratégica en la vinculación de todos los sectores, aprovechando estas instancias como una oportunidad de desarrollo sostenible en tiempos de crisis e incertidumbre.
La crisis social y sanitaria del Covid-19 develó la precariedad en el acceso a alimentos, así como la amenaza del hambre en los sectores más vulnerables. En Cerro Navia afrontamos esta realidad de manera conjunta entre la población, el sector privado y la municipalidad. Durante el año 2020 se constituyeron 136 ollas comunes y se entregaron más de 100.000 cajas de mercadería. Desde el Banco de Alimentos se distribuyeron 103 toneladas de alimentos con destino a ollas comunes y hogares vulnerables.
En un mundo en el que un tercio de los alimentos producidos son desperdiciados, que existan personas sin alimentación nos debe obligar a actuar de manera urgente y conjunta para cambiar esta realidad.
Es por esto por lo que en Cerro Navia asumimos el compromiso por un desarrollo local sostenible, enmarcados en la agenda de desarrollo planteada por la ONU, perfilando nuestros esfuerzos por lograr el "hambre cero" en nuestra comuna. No obstante, sabemos que este compromiso implica el esfuerzo de todos los sectores.
El primer banco de alimentos municipal representa una oportunidad de asociación público-privada para responder a esta tarea titánica, aprovechando la institucionalidad pública en la provisión de servicios, involucrando al sector privado en el desarrollo local, conectando a actores sociales en la recuperación y reutilización de alimentos, y conectando al tercer sector en la intervención de las comunidades más desprotegidas. En nuestro caso, las empresas que están colaborando constantemente son Soser, Casinos Integrados, Hortalistas, Lo Valledor y vecinos que comercializan alimentos en la comuna.
En comunidad somos más fuertes y generamos mejores oportunidades para dar respuesta a los complejos desafíos que a diario enfrentamos. El llamado es urgente.
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