Entre todos los anuncios que ha hecho Trump, en sus primeros días como presidente de los EE.UU ha señalado que "Estados Unidos tomará el control de la Franja de Gaza y también haremos un buen trabajo", asegurando que para ello tiene el apoyo de Medio Oriente. Por su parte, Netanyahu dijo que la propuesta de Trump podría "cambiar la historia" y que vale la pena "prestarle atención". Es posible que lo señalado por Trump sea una de las declaraciones más prepotentes que conozca la historia, pues es imposible encontrar alguna razón que permita justificar una decisión como esta.
Sin embargo, ella se produce en un contexto en que ha quedado en evidencia que las organizaciones internacionales han demostrado su más absoluta irrelevancia para enfrentar decisiones de este tipo. Nada pueden hacer en las intervenciones de varios países, que depredan, por décadas, los minerales de África; ni ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia; y, particularmente, frente al genocidio llevado adelante por Israel, en Gaza, contra la población palestina.
Tal parece que habrá que convencerse que, más allá de decenas de años de declaraciones altisonantes de la ONU y todo el sistema institucional, que -se suponía- permitiría una cierta "administración" de la humanidad, sobre la base de determinados valores de respeto a países y naciones representados en el.
Desde luego, lo que escuchamos ahora, por parte del presidente Trump, no debiera extrañar mucho, pues nada se dice de la presencia de tropas de ese país en más de 80 lugares fuera de su territorio, para defender sus intereses, independientemente de si ello es correcto desde el punto de vista de la independencia de otros países.
Ahora, Trump se da el lujo de empezar a mandar inmigrantes a Guantánamo, territorio cubano; anunciar que se retomará el control del Canal de Panamá, para volver a ser administrado por EE.UU.; apropiarse de Groenlandia, territorio de Dinamarca; o anexar a Canadá, como "estado 51" de los EE.UU.
Todo lo anterior muestra el estado del mundo, que probablemente se agravará en los próximos años. Hoy, a diferencia de otros siglos, el mundo produce todos los alimentos que la humanidad necesita, pero 700 millones de sus habitantes se acuestan con hambre, porque no han tenido qué comer; los seres humanos que no tienen una casa donde vivir se acercan a los 3.000 millones de personas; más del 15% de las parejas estables no quiere tener hijos, no solo por egoísmo, sino por temores del mundo que les tocaría habitar a esos niños.
Y frente a todo esto, pareciera ser que el poder, económico y militar, de quienes al igual que Hitler han accedido a él por vía democrática, no encuentra contrapesos suficientes para ser –seguramente- los peores dictadores que la historia conozca, pues quienes quieren defender la democracia carecen del poder que estos verdaderos monstruos han acumulado a través de décadas, solo pensando en satisfacer sus ansias de poder y dominación sobre los demás.
Y, esta vez, con la intención de gobernar todo el mundo. ¿Parece una locura, cierto? Es una locura...pero está ocurriendo.
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