Sorprendente descriterio

Nos preocupa, en cuanto a que trabajamos regularmente con familias de hijos muy pequeños, la creación del programa "Crece con Orgullo", que permite el "acompañamiento afirmativo", a partir de los 3 años, para llegar al cambio de sexo registral según lo reglamenta la ley.

Encuentro gravísima esta descriteriada decisión gubernamental: ¿Cómo va a ser posible que a esa edad un niño tenga conciencia de que en él hay una disparidad en cuanto a su género?

Cuestiono la "compañía psicológica biopsicosocial" que plantea dicho programa, porque ¿quién nos asegura que no sea sesgada, subjetiva y condicionada? ¿Qué pasaría si el acompañante no hubiese resuelto, él mismo, su propio género y en su frustración, o estar "en el closet", con múltiples temores, proyectará su sufrimiento en el niño a su cargo? Solo los padres tienen que ser, sin duda, los formadores, acompañantes y maestros en el sentir de la sinfonía del alma humana. Si aquella no existiera y habitara la convulsión, confusión y la desarmonía, nada más que el abrazo bondadoso y sincero, la comprensión sin límites y la mirada con ternura, dará paz y llevará a buen puerto, cualquiera que sea la decisión final que tomaran los hijos.

Un reservorio fundamental, moral, espiritual y social, son los abuelos, para llegar a una conclusión afín a lo que pueda manifestarse en las profundidades del corazón humano. Ellos tienen la fuerza amorosa para desanudar cualquier resistencia.

Me opongo, por la experiencia de las múltiples conversaciones con familias que han avanzado por estas rutas, a que sean ajenos a ellas quienes intervengan en un ámbito tan delicado, sensible y radical.

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