Transantiago se inició con muchas dificultades en 2007. A pesar de ello, sus flujos crecieron 32,7% entre marzo de 2007 y marzo de 2009, en contraste con el flujo de pasajeros de Metro, que solo creció 0,7% en el mismo período. No obstante, a partir de 2009, los flujos comenzaron a disminuir paulatinamente. Justo antes del estallido social, los flujos de buses habían caído 26,8%, mientras que los del Metro aumentaron 16,7% entre marzo de 2009 y marzo de 2018.
¿Qué podría explicar esta caída? El punto de inflexión se produjo entre 2009 y 2010, coincidiendo con la creación del "Panel de Expertos de Transantiago", que, una vez creado, generó un shock en el sistema al incrementar la tarifa 26% en cinco aumentos sucesivos a principios de 2010. Desde ese momento, los flujos comenzaron a bajar sostenidamente (ver gráfico en detalle).
Los economistas sostienen que el transporte es un bien inelástico, es decir, que no importa el precio, la gente lo utilizará en la misma cantidad. Lo que estos economistas no consideran es el nivel de desagrado que esto genera en la población. En octubre de 2019, un aumento de 30 pesos en la tarifa colmó la paciencia y desató el mayor estallido social post-dictadura.
Después vino el Covid-19 y los flujos bajaron considerablemente, al igual que en el resto del planeta. Las ciudades se reactivaron a partir de 2021, y los flujos de buses continuaron descendiendo hasta noviembre de 2021, cuando los flujos de pasajeros en el Metro superaron por primera vez a los de los buses. Esto marcó un hito para algunos fanáticos que establecían la supremacía del tren metropolitano respecto al bus. Al igual que Fukuyama a principios de siglo, proclamaron el "fin de esta historia". Sin embargo, la historia es tozuda, y desde 2023 los buses han vuelto a repuntar, superando al flujo de Metro en julio de 2023. Este fenómeno se ha incrementado sostenidamente hasta hoy, cuando el flujo de buses supera en 7% al del Metro de Santiago.
Este sorprendente giro en las preferencias de movilidad de los santiaguinos pone de relieve un aspecto fundamental que a menudo es pasado por alto por los expertos: la experiencia del usuario y el grado de satisfacción o insatisfacción con los servicios de transporte tienen un impacto profundo en la elección del modo de transporte. No es simplemente una cuestión de elasticidad de precios o disponibilidad de servicios; es el agrado o desagrado, la comodidad frente a la incomodidad, la percepción y experiencia de viaje lo que impulsa a las personas a cambiar sus patrones de movilidad.
La recuperación en los flujos de pasajeros de buses desde julio de 2023 nos enseña que los esfuerzos por mejorar la experiencia del usuario en términos de seguridad, eficiencia y comodidad puede revertir tendencias de largo plazo y mejorar la movilidad urbana.
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