Star Wars y la guerra del espóiler
Advertencia, este artículo no tiene spoilers.
Espóiler:
Se llama espóiler a la información que adelanta partes importantes de un relato de ficción, lo que Roland Barthes llamaba funciones cardinales, verdaderos nudos del relato que inauguran o concluyen una incertidumbre. (Definición de Marcelo Pisarro, antropólogo y periodista argentino, teórico del espóiler)
Con el estreno de la última entrega de
La Guerra de las Galaxias se ha exagerado hasta la náusea la importancia del espóiler (españolizamos arbitrariamente la palabra inglesa spoiler). Nadie quería saber el menor detalle de la trama de la película y quien revelare cualquier aspecto es sometido a lapidación y golpiza. Los que han visto el filme, entonces, se convierten en una especie de secta que comenta en rincones oscuros los detalles y sorpresas que ha dado la obra que nos ocupa.
Consideramos rayana en la ridiculez esa obsesión con llegar a ver una película casi con la mente en blanco pues, principalmente en el cine de entretención, el cómo es más importante que el qué.
Y más aún sabiendo que la serie
Star Wars se basa en los cuentos de hadas tradicionales y la estructura del mito que la humanidad se viene contando desde hace varias decenas de siglos, el periplo del héroe descrito por el antropólogo Jospeh Campbell, una estructura común a todos los relatos épicos de todas las culturas.
De manera muy simplificada, el joven inexperto que encara una misión titánica debido a una revelación, que es preparado por un maestro y ayudado por un grupo de amigos y que, tras resistir tentaciones y afrontar una lucha homérica, logra su cometido. Homero. Llevamos 2.900 años contando
La Ilíada y todavía nos maravillamos de las aventuras de Ulises. Sabemos que se enfrenta a dioses y monstruos pero finalmente llega a Ítaca y a Penélope. ¿Fue esto un espóiler? Perdón.
Yéndonos más hacia acá, tenemos a Shakespeare llenando teatros desde el siglo XVI, cuando tenemos claro que en sus obras al final todos mueren de manera violenta y espantosa.
Llevamos medio siglo viendo
Psicosis, de Alfred Hitchcock, sabiendo que entremedio está la famosa escena de la ducha (que, en estricto rigor, es la gran sorpresa de esa película).
Y más cerca, Titanic, de James Cameron, arrasó en la taquilla y en los Óscar, cuando todo el mundo sabía que el barco se hunde y cualquier historia a bordo estará signada por la tragedia inevitable. Pero millones la fueron a ver. Y también hicimos fila muy ordenaditos para la trilogía de
El Señor de los Anillos, siendo que muchos ya habíamos leído los libros.
Incluso tenemos el recuerdo (puede que nos equivoquemos) que la sinopsis original de
El Regreso del Jedi, en los años 80, incluía imágenes que hacían sospechar la destrucción definitiva del Imperio Galáctico, pero la fuimos a ver para saber cómo eran derrotados los malos.
En este caso, vamos al cine a ver
El Despertar de la Fuerza para saber cómo empieza de nuevo este relato que, en el universo
Star Wars, nos ha sido contado ya dos veces. Para sorprendernos con detalles, no con estructuras narrativas.
Si bien hay películas como, cito las primeras que se me vienen a la mente,
El Juego de las Lágrimas (Jordan),
La Ceremonia (Chabrol) o
Memento (Nolan), que basan su efectividad en un gran secreto o sorpresa, en el caso de la serie que nos ocupa, queremos ver nuevamente al héroe sumergirse en las entrañas de la bestia y salir airoso de ella.
Así que no le pongan color, cabros.
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