En donde la palabra enfermedad se desconoce

Recuerdo haber tenido una infancia alejada de la cultura Mapuche. Sin embargo, hace unos años, cuando era docente, invitamos a unas mapuches para que le contaran a nuestros alumnos y profesores acerca de sus tradiciones, creencias, vestimenta y otros. Gran impresión me causó entender el sentido que ellos le dan a las cosas, la forma en que ven la vida y el trasfondo espiritual que tienen diversas situaciones cotidianas, como por ejemplo el significado que tienen los accesorios o un tipo de ropa.

Hace poco escuché en una charla, dada por Ziley Mora Penrose, la postura que tienen los mapuches en cuanto a la salud. Para mi sorpresa en una de las diapositivas de su presentación decía: “No existe la enfermedad en el mundo Mapuche, ni la palabra, sino una baja en el alerta guerrero que nos roba la conciencia". Me pareció interesante este postulado, pues generalmente se tiende a pensar que mientras más material, más real; aquí por el contrario, nuestros ancestros con sencillez basan la vida en lo espiritual y para ellos no existe la palabra enfermedad.

Me pregunto ¿cómo sería el mundo si se negase del pensamiento la palabra enfermedad y a cambio se estuviera más consciente de la salud? Lo primero que se me viene a la mente es “tranquilidad”. Eso porque personas libres de temor son personas más felices.

Profundizando un poco más, creo que si aplicamos la lógica y la ilustramos con las matemáticas, se podría decir que éstas son absolutas y lo que se estudia no son las equivocaciones o errores matemáticos sino las Matemáticas puras, sus postulados, fórmulas y otros. Llevado a la salud, las anomalías o enfermedades son como los errores matemáticos, por ende, es necesario pensar más en la salud.

Estudios enfocados a aportar en la psicoterapia, revelan la influencia del pensamiento en la sintomatología y la importancia de adquirir el hábito de pensar en cosas buenas.

Un buen ejemplo de la influencia del pensamiento sobre la salud es el caso de Mireille Marie Ebobo, de Camerún, que sanó de cáncer de mamas y cáncer de útero, aferrándose al Amor divino, a la salud y a su espiritualidad.

Focalizar el pensamiento cada vez más consciente de la salud, como el estado natural que le pertenece a cada uno, no sólo restaura la armonía del cuerpo sino también la atrae. Es posible comenzar a experimentarlo hoy mismo y gozar de buena salud.

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