El año 2016 escribí sobre la polémica levantada por el Director del CEAC de la Universidad de Chile, pues reclamaba que la Orquesta Filarmónica de Chile no debía llamarse “de Chile”, pues ya existía la Orquesta Sinfónica de Chile, y el uso de ese apellido era de uso exclusivo de algunas instituciones públicas.
En la oportunidad expuse varios ejemplos en que el apellido “de Chile” era utilizado indistintamente por entidades tanto públicas como privadas sin que haya legislación que regule el uso de la extensión, pero al parecer ni mi columna ni la realidad chilena hacen caer en razón al señor Matte.
No pasó mucho tiempo y la entonces Orquesta Sinfónica de Chile, que a saber es la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chile, pasará a llamarse Orquesta Sinfónica Nacional. Desconozco si además se llama “de Chile”.
Sin ánimo de levantar polémicas que afecten mi cercanía con los músicos de la ahora Orquesta Sinfónica Nacional, quisiera nuevamente tratar de hacer entender al señor Matte que la polémica que él intenta llevar adelante, no hace sino crear cizaña inexistente y que la mentada idea de que otra orquesta quiera arrebatarle el espacio, el nombre, etc., sólo existe en su imaginación y es totalmente falaz.
Por un lado, argumenta Matte que la Orquesta que está bajo su administración es un ente profesional, pues bien, la Filarmónica de Chile también es profesional. Sus integrantes son profesionales, la mayoría con una larga carrera musical.
A la vez la Filarmónica de Chile es una orquesta remunerada. No con la frecuencia de un contrato de trabajo indefinido, sino que paradójicamente, a la chilena, o sea sólo cuando hay proyectos que generen dinero para pagar.
Quienes conocemos de cerca el mundo de las orquestas amateur (de las que en Chile no hay), sabemos la diferencia entre profesionales y amateurs.
Las orquestas amateur están integradas por músicos aficionados, normalmente ellos pagan una cuota para pertenecer a la orquesta y no reciben remuneración alguna por tocar. Totalmente diferente al ambiente de las orquestas profesionales, como digo, formadas por profesionales de la música y debidamente (o más o menos) remunerados por tocar.
Dice Matte que la Filarmónica ha usado el nombre de Sinfónica de Chile para hacerse propaganda. Yo personalmente esto lo pongo muy en duda por lo siguiente. La orquesta Filarmónica no necesita usar otro nombre, sus integrantes y sus directivos saben que eso es ilegal, y por otro lado la Filarmónica justamente busca posicionar su propio nombre.
Yo sinceramente creo que la polémica levantada se debe a la mala información entregada en los medios por reporteros sin la preparación adecuada para cubrir noticias del ámbito de la cultura.
Es ahí donde se deben dirigir los dardos. Incluso autores que insisten en crear una noticia donde no la hay, como la que se publicó en un vespertino esta semana, bajo un título tendencioso en el que además se le da tribuna a la parte que reclama sin que se considere en la misma medida los descargos del acusado. O sea, a la chilena.
Como dato humorístico (a la chilena), si la Orquesta Filarmónica de Chile funciona por proyectos, o sea a la chilena en esta polémica es tratada por los medios injustamente, o sea a la chilena.
Algunas autoridades como el señor Matte miran con recelo su éxito y buscan cualquier excusa para denostarla, o sea a la chilena, Yo no veo por qué no pueda llamarse como se llama. Según esto debiera llamarse Orquesta Filarmónica cien por ciento de Chile.
Volviendo al punto, no sé ahora dónde se produce el problema real. Por un lado la orquesta administrada por el Ceac de la Universidad de Chile se llama Orquesta Sinfónica Nacional y la otra se llama Orquesta Filarmónica de Chile. Hay sólo una palabra en común entre los dos nombres. Supongo que no se le ocurrirá a otro imaginativo personaje reclamar por la palabra Orquesta.
Finalmente, mis felicitaciones a la Orquesta Filarmónica de Chile. Sé de su trabajo y de su profesionalismo. Conozco a muchos de sus integrantes, grandes personas y grandes músicos y he tenido el honor de dirigirla en un par de oportunidades.
De paso, un saludo a la Orquesta Sinfónica Nacional (de Chile), institución que alberga también a excelentes músicos y personas y que han tenido la generosidad de incluir algunas de mis composiciones en sus temporadas (supongo que después de estas líneas pasaré a la lista negra, o sea a la chilena).
Ambas Orquestas cumplen sus roles en el concierto musical de nuestro país de manera profesional y comprometida tanto con el arte musical como con la calidad artística que las audiencias se merecen. Cualquier otra cosa es challa.
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