Según estudios de la OMS, en Chile creció el suicidio adolescente en un 14% entre el año 2000 y 2012, siendo la segunda causa de muerte en estas edades. Además, cifras de UNICEF (2012), revelan que cerca de un 70% de los menores de 19 años declara haber sufrido violencia o maltrato en la familia. A esto se agrega el bullying en la escuela y en las redes sociales, cuya denuncia ha aumentado drásticamente en los últimos años. La infancia, por tanto, está en riesgo en nuestro país.
La problemática se complejiza en el caso de niños desamparados, con alguno de los padres o madres ausentes o disfuncionales. En los últimos meses, los noticieros nos han informado sobre cientos de niños que han sido acogidos por instituciones especializadas, por provenir de hogares en situación de gran vulnerabilidad y que, sin embargo, ahora viven en situaciones de riesgo. Preocuparse de ellos y de su calidad de vida cobra la mayor importancia. Más si tomamos en cuenta su propia voz.
"No somos escuchados". "Los adultos siempre están ocupados y no nos prestan atención". "No sabemos cuáles son nuestros derechos". "Me gustaría que me dejen opinar". Esas son algunas de las declaraciones de niñas, niños y adolescentes en el Encuentro Nacional "Yo Opino, es mi derecho" del Consejo Nacional de la Infancia (2015). Son expresiones que provienen de todos los sectores socioeconómicos. ¿Qué estamos haciendo al respecto?
No basta con observar y mejorar las condiciones de vida materiales, como el lugar en que viven, el alimento que reciben o las atenciones de salud. Si bien estos aspectos son muy relevantes, se tornan insuficientes para su bienestar emocional y psicológico. Ellos y ellas necesitan cuidado, afecto, atención y respeto. No atender estas necesidades provoca un significativo aumento del riesgo en este grupo.
Frecuentemente, cuando los niños y jóvenes tienen problemas, no tienen o no saben con quien hablar o no se atreven a hacerlo con sus cercanos. Tienen dudas, preguntas, se sienten solos, o tienen miedo o están deprimidos, viven situaciones de violencia en la escuela o en el hogar, o tienen dificultades en sus relaciones con amigos o pololos. En estos casos, una escucha atenta, serena, respetuosa, capacitada, cercana, no siempre resuelve sus problemas, pero baja sus niveles de ansiedad y les ayuda a buscar soluciones.
Para responder a esta necesidad la Fundación ANAR impulsa estos día una nueva iniciativa de ayuda: "Línea Libre" (800 116 111), un canal de escucha gratuito, confidencial y profesional que atiende llamadas desde todo Chile, apoyando a niños y adolescentes en un marco de respeto y cuidado.
Atendida por psicólogos, orienta y comparte con ellos y ellas sus inquietudes, propias de la niñez y la adolescencia, buscando soluciones, en conjunto, cuando los casos lo ameritan. Además, reúne información que detecta falencias en nuestro sistema de protección de la infancia y puede aportar al diseño de políticas públicas orientadas al bienestar de la niñez y adolescencia.
Esto no es la panacea, pero sí un paso positivo para aliviar la angustia y tensión de aquellos niños, niñas y adolescentes que lo necesitan y que hoy se sienten abandonados.
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