Aunque haya fallecido, don Andrés Aylwin y su ejemplo no nos abandonarán jamás porque es de aquellos seres humanos dueños de una dignidad, valentía y claridad de principios, imposibles de olvidar.
Su historia de lucha de muchos años en defensa de las víctimas de la dictadura de la derecha chilena, su inmensa capacidad profesional, su modestia, su sentido del humor, su amor a la vida, su calidad moral, seguirán por siempre señalándonos el camino a los que mucho después de él formamos parte de quienes perseguimos la responsabilidad de los criminales de lesa humanidad en Chile.
Le conocí hace muchos años, durante el breve tiempo que ejercimos como parlamentarios electos en 1973 ya que nuestro mandato fue violentamente interrumpido por el golpe de Estado de ese año.
Don Andrés venía siendo Diputado ya desde el período anterio. En mi caso, en cambio, aquella fue la primera y única ocasión en que fui parlamentario y lo fui en representación del Partido Comunista. Terminada la dictadura, Andrés Aylwin regresó al Parlamento, esta vez en representación de las comunas de San Bernardo, Buin, Paine y Calera de Tango, todas de la Región Metropolitana y a las que representó por dos períodos consecutivos. Entonces integró las comisiones de Constitución, Legislación y Justicia y la de Derechos Humanos.
Cuando fuimos colegas en el Congreso aquellos pocos meses del 73, compartimos fraternalmente con varios colegas demócratacristianos, pese a la complejidad del tiempo político que se vivía en el país. Luego habría de sobrevenir el ataque sedicioso y la vida de los chilenos y chilenas cambió por completo.
A don Andrés volví a encontrarlo a poco de regresar del largo exilio al que nos condenaron Pinochet y los suyos. Conocimos también a su compañera, Mónica, que falleciera en febrero de este año y tuvimos el privilegio de compartir con ellos, aunque fuera por brevísimo tiempo, algunos gratos momentos en La Habana, Cuba, cuando visitaron ese hermano país.
Hace ya varios años junto a José Miguel Varas, Max Berrú y Raúl Alvarez Garín tuvo el gesto generoso de presentar un pequeño libro que escribí sobre Pinochet y su desafuero. Su intervención fue un claro aporte al debate jurídico y un aliento para perseverar en la tarea.
Inolvidables fueron nuestros encuentros en tribunales con él y con el abogado José Galiano que fuera Director de la Escuela de Derecho de la Universidad ARCIS. De esas gratas conversaciones que sosteníamos aprendí muchísimo tanto de la política como de la lucha en defensa de los derechos humanos de aquellos años en que me era prohibido vivir en el país.
En los últimos tiempos le visitamos junto a mi esposa en el departamento en que ellos vivían y en que don Andrés debió reposar meses como consecuencia de un accidente en ese mismo lugar y sólo volvimos a verle cuando los funerales de su esposa.
Abogado, profesor, diputado, político activo, autor de libros que retratan aspectos de la dictadura y de la lucha en defensa de las víctimas, columnista del diario La Época en los 90, don Andrés Aylwin deja a los chilenos el ejemplo y el recuerdo de su infinita bondad, de su espíritu rebelde, de su sabiduría jurídica y de su franca solidaridad con los pueblos que luchan.
Su participación en el Comité por la Paz y la Vicaría de la Solidaridad en aquellos años duros, fue muy destacada. Por algo fue designado presidente de la Agrupación de Abogados por los Derechos Humanos y director de la Comisión contra la Tortura.
Su papel en estas organizaciones así como en la defensa de las víctimas ante los tribunales, le valieron diversos reconocimientos, premios y galardones del Colegio de Abogados, del Servicio Paz y Justicia, de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos y hasta fue presentado por la Cámara de Diputados y por organizaciones de DDHH como candidato al Premio Nobel de la Paz.
Como Rodrigo Ambrosio, como Eugenio Ortega, como Renán Fuentealba, entre tantos ejemplos como muchos militantes y dirigentes de la Democracia Cristiana, fue además un impulsor decidido de la unidad de todas las fuerzas empeñadas en construir una sociedad más justa.
No tengo duda alguna que hoy estaríamos de nuevo junto a don Andrés enfrentando esta dura ofensiva derechista del gobierno de Piñera en materia de derechos humanos y la reprobable actitud de la Sala Penal de la Corte Suprema en materia de indebidos beneficios a criminales de lesa humanidad.
Y si él siguiera siendo diputado, no dudo que habría encabezado la acusación constitucional correspondiente.
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