Haití y Chile: Bell y Smarth

Ismael Llona
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Ocho años antes del golpe militar derechista en Chile un joven ingeniero agrónomo haitiano, de 25 años, entró a trabajar en nuestro ministerio de Agricultura en tareas relacionadas con la reforma agraria y la sindicalización campesina. En su tierra ejercían su dictadura los Duvalier.

Rony Smarth, que así se llamaba el joven haitiano, se destacó como un hábil profesional y un fraternal compañero. Entre otros trabajó aquí con Jacques Chonchol, Víctor Contreras, Arcalaús Coronel, Nícolo Gligo, Adrián Vásquez, Julio Díaz, Manuel Antonio Garretón, Humberto Vega, Jaime Gazmuri, Luis Vial, Morelia Martínez, Dolores Rodas, Claudio Retamal, Raúl Ramírez, Martín Mujica, Enzo Gazzolo, Marcelo Cantin, el sociólogo Rodrigo Ambrosio, fundador del Mapu, y los hermanos Bell, Santiago, Alejandro y Roberto, con quienes militó y labró una amistad entrañable.

Varios de ellos conocieron la cárcel y la tortura desde septiembre de 1973. Entre otros Adrián Vásquez, Julio Díaz…y Santiago Bell en el campo de concentración de la Isla Quiriquina. Muchos marcharon al exilio. Roberto Bell entre ellos. Alejandro Bell, que en marzo de 1973 había sido elegido diputado de la izquierda por Linares, pasó a la clandestinidad pero la persecución dictatorial lo obligó al destierro en Inglaterra, país de origen de sus antepasados.

Rony Smarth, el ingeniero haitiano, fue perseguido en Chile, particularmente en el área de San Antonio, donde encabezó el proceso de reforma, pero humanistas tan destacados como Manuel Contreras y el ex edecán Cristian Labbé, no lograron encerrarlo en Tejas Verdes; pocos días antes del golpe había viajado al extranjero.  

Se asiló en México, país donde siguió siendo parte del exilio chileno, además por cierto que del haitiano, y convivió con José Miguel Insulza, Juan Enrique Vega, Luis Maira, Mario Montanari, J.J. Rivas, Adriana Delpiano, Carolina Fernández, Mario Weisbluth, Gabriel Gaspar, Hernán Guerrero, Guillermo Campero, volviendo a La Española a fines de los 80 en el período de efervescencia social y política que terminó con Baby Doc.

Fue en Haití, sin Duvalier, dirigente destacado y en los años 90, restablecido el camino democrático, fue honrado con el cargo de Jefe de Gobierno, siendo jefe de Estado Jean Bertrand Aristide.

Hasta principios de este año 2016, Rony Smarth, retirado de cargos públicos y propietario, junto a su hermano Luc, de una pequeña finca frutícola en Cavaillon, muy cerca de Les Cayes, al sur de Haití, la región que más fuerte sufrió la catástrofe del último ciclón, no tuvo más que encuentros esporádicos y fortuitos con sus viejos amigos chilenos.

Su emoción, sin embargo, siempre estuvo con ellos. Supo, y lo sintió profundamente, de la muerte de Santiago Bell en Londres, y de Alejandro Bell en Santiago. Algo, por cierto, se le rompió en su corazón sensible y setentón. Había también partido, en París, su colega y amigo Marcelo Cantin. Y, hace poco, en Santiago, Juan Enrique Vega, el único embajador de Allende en Cuba, con quien compartió en Chile y México.

Con Chile la vida lo había distanciado geográficamente. Conoció del desarrollo literario de Santiago Bell y de sus avances en la escultura; del legado político de Alejandro, dirigente de masas, fundador también del Mapu; del aporte en el exilio de Roberto.

La nuestra era una de sus patrias, junto a México y a su entrañable Haití, tierra de la que sólo se ha separado por duras razones políticas. Tenía aquí gente con la que seguía siendo un hermano: Cecilia Leiva, María Elena Cruz, Carolina Fernández, José Antonio Valenzuela, Adriana Delpiano, Mario Weisbluth, Gabriel Gaspar, Raúl Ramírez, Guillermo Campero, J.J.Rivas, Hernán Guerrero, Claudio Retamal, Enzo Gazzolo, Ismael Llona, con quien además profundizó sus lazos cuando éste fue embajador de Chile en Haití por tres años, del 2000 al 2003.

Hace pocos días se realizó en Santiago, en la sala del Senado de la vieja sede del Congreso Nacional republicano, una ceremonia que los medios, por cierto, como “tantas”, no cubrieron.

Era importante. Se trataba de concretar la solidaridad con Haití.

Asistieron funcionarios chilenos, migrantes haitianos y el nuevo embajador de Haití en Chile, recién nombrado. El ministerio de Salud de Chile abrió su campaña interna para preparar en “créole”, la lengua haitiana oficial, a funcionarios de la salud chilena que, así, pudieren atender mejor a las decenas de miles de mujeres y hombres de la isla que han llegado a vivir por estos lados. La embajada de Haití en Chile apoyará con todo la iniciativa, que es excepcional.

Fue un encuentro entre Haití y Chile.

Por Chile y los ministerios involucrados presentó el nuevo programa Ana Bell, hermana de Santiago, Alejandro y Roberto Bell. Una gentileza del azar.

Por Haití agradeció el embajador Rony Smarth, en su primera nueva actividad diplomática, con su hidalguía de haitiano, su ronca voz bien modulada quebrada a ratos y una que otra lágrima inoportuna. Ana Bell era la hermanita chica de sus compañeros de los años sesenta.

“En Chile voy a estar tan acompañado como en Cavaillon y Les Cayes” se había dicho en Port au Prince Rony Smarth hace un mes y medio, cuando fue nombrado.

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