El nuevo general director de Carabineros ha enviado a la Comisión de Seguridad Publica del Senado un texto inaudito, solicitando un estatus especial para los funcionarios de la policía uniformada que hoy dirige. Algo tan deleznable como la impunidad consagrada por ley, "democráticamente" legislada en el Congreso Nacional.
Se trata de la vieja idea nazi que sitúa a quien viste uniforme por encima de sus iguales, los ciudadanos y ciudadanas de la nación. La dictadura de Pinochet impuso esa doctrina para la función castrense en su conjunto, ahora se repone esa misma visión de estar por encima del principio de legalidad y del respeto a los Derechos Humanos para el "funcionario policial".
El objetivo es totalitario y ultraconservador, en concreto, que frente al reclamo, la queja y el malestar de la ciudadanía haya una acción coercitiva que aplique la fuerza con absoluta impunidad. Con tal objetivo el jefe policial solicita una "protección adecuada".
Como en el pedir no hay engaño, el nuevo jerarca policial pide además que se sancione a quienes ofendan o injurien, verbalmente o por escrito, la acción de Carabineros, esto significa que las composiciones del colectivo LasTesis, declaraciones de Mon Laferte e incluso un garabato de un transeúnte en un taco de automóviles podrá ser finalmente castigado, en esta repulsiva y vergonzosa reedición del rol "tutelar", es decir, opresor de la ciudadanía, ahora por Carabineros.
La petición sin rubor alguno pretende imponer sanciones penales a la civilidad ante "la sola oposición al cumplimiento de las funciones policiales", incluso "cuando no cause lesiones" al intocable funcionario policial.
Con esa disposición, el país vendría a ser el reinado del abuso policial. Cuando se golpea y patea en el piso a un manifestante, se le atropella o tritura o incluso se lo lanza al Río Mapocho, como así ocurrió en la 'Plaza de la Dignidad' y en el Puente Pío Nono, el solo hecho de ayudarlo, sin causar lesión alguna a los agresores que descargan su rabia brutalmente, sí estos entienden que "afecta sus funciones" puede motivar las sanciones que el general pretende para dotar de impunidad a la conducta policial.
Por si acaso y mayor seguridad de los agresores se agrega la responsabilidad penal "al medio de comunicación social o plataforma de redes sociales que haya efectuado o consentido..." lo que se define como "llamado a violentar al personal institucional".
Naturalmente, también se incluye la sanción "a quienes ofendieren o injuriaren de palabra o por escrito o por cualquier medio a las instituciones policiales o a uno de sus integrantes", como cada carabinero puede actuar de ministro de fe, hay que imaginar la de abusos, revanchismos y represalias que se adoptarían con esta última disposición.
O sea, se presenta una selección de normas a la medida de los abusos y privilegios que se cometen reiteradamente en el país, sea porque al carabinero así se le inculcó o porque la cultura del abuso resulta ser incontrarrestable.
Realmente es una vergüenza su solo planteamiento y el carácter opresivo de tales "postulados", por eso, es inevitable la pregunta: ahora Carabineros tiene sus propias propuestas legales, o sea, el Ministerio del Interior y Seguridad Publica, así como el de Justicia, ya no deciden y los jefes policiales son totalmente autónomos.
La reciente acción de la PDI en La Araucanía tampoco se ajusta a la legalidad, como la detención de la madre, la viuda y la hija del comunero mapuche Camilo Catrillanca, al ir a conocer el fallo judicial por el crimen de su hijo, esposo y padre, fueron violentamente detenidas y vejadas en la vía pública, provocando vergüenza en todos y todas las personas que sentimos que cada uno de estos abusos desprestigia a Chile y no hacen más que sembrar odio y rabia.
El desmentido policial no se sostiene, las imágenes son definitivas. La niña de 7 años es cercada por un nutrido grupo de efectivos que la violentan sujetándola contra el suelo, la separan de sus familiares y la trasladan arbitrariamente. Millones de personas así lo ven. No hay error posible. La autoridad política está para cubrir tales abusos. Queda claro que los ministros de Estado son solo decorado de una trama represiva que otros deciden. Al parecer cada jerarca policial hace lo que quiere. Increíble.
Asimismo, un aparatoso despliegue que se dice es en contra del narcotráfico termina con un efectivo de Investigaciones muerto por un disparo y se debe nombrar un fiscal especial que haga la investigación respectiva. Se ha perdido una valiosa vida humana en un incidente que debió evitarse.
El jefe policial como excusa revive el libreto qué hay una poderosa organización criminal en la zona ¿cuál es? ¿cuál es su carácter? quienes la conforman, es de naturaleza política o de narcotráfico? Nada se informa.
Pero, porque se ataca y atropella a la familia Catrillanca, porque se maltrata a su viuda arrojándola al suelo intentando pisotear su dignidad y porque se hace ese infame vejamen a una niña de 7 años. Aunque el máximo jerarca de la PDI trate de ridiculizar a la Defensora de la Niñez ante lo evidente e inexcusable, nada más cobarde que un grupo armado hasta los dientes, recubierto de protecciones de todo tipo sujetando contra el suelo a Guacolda, la hija de Camilo Catrillanca.
Junto a sus justificaciones, el jefe policial se permite una inaceptable "recomendación" al señalar "quiero que el mundo político condene la violencia". Es una frase con el tono de amenaza de aquel que tiene la fuerza. Es el rostro de la ultraderecha en todas partes, culpar a la política de todos los males y, en particular, de las propias incapacidades.
Además, este operativo se hace paralelo a la entrega del fallo que condena a los autores materiales del crimen de Camilo Catrillanca, como es posible que no se advierta que ese despliegue policial sin precedentes será visto como una burda provocación contra las comunidades mapuche.
¿Cómo puede ser tan enorme la indolencia? ¿O derechamente fueron a provocar? ¿Esa es la verdadera orden de Piñera?.
Lo único que queda ante tanto despropósito es pedir que una vez más los líderes y voceros mapuches tengan la serenidad y la sabiduría para no dejarse provocar y evitar la confrontación que unos pocos buscan con desesperación.
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