Atentos al debate sobre el futuro de Codelco

El Presidente Sebastián Piñera y su ministro de Minería han anunciado una serie de reformas al andar de Codelco; entre ellas destaca la eliminación de la Ley Reservada del cobre, la  capitalización de la empresa, y  algunos ajustes a su Gobierno Corporativo.

Para avanzar en esas 3 reformas, hay que tener presente que éstas no pueden mirarse de manera aislada, pues interactúan entre si y  cargan legítimamente con sesgos epistemológicos  e intereses políticos. Por tanto, antes de darles forma, hay que debatir sobre el rol de Codelco.

Y es que el origen de la minera estatal no es ajeno al acontecer político. Es más, se constituyó como  consecuencia de éste. Si el Gobierno Demócrata Cristiano de Frei Montalva Chilenizó el cobre, fue la Unidad Popular la que lo Nacionalizó, mientras que Pinochet le dio forma orgánica a su administración, creando la Corporación Nacional del Cobre.

Este acuerdo transversal  se logró porque todo el país  entendió que no podía ser libre y soberano sin controlar los recursos  de su propio suelo. Ergo, si esa idea no ha cambiado, los argumentos para las reformas antes mencionadas serían más o menos los siguientes.

Se debe eliminar la Ley Reservada del cobre, porque al gravar a Codelco con un 10% sobre el total de sus ventas (no de las utilidades) se le ahoga financieramente. Esta herramienta, que fue diseñada para financiar a las Fuerzas Armadas, no puede poner en riesgo la viabilidad de su propia fuente de ingresos.

Codelco debe capitalizarse porque la industria minera reinvierte en promedio un 45% de sus utilidades para expandir y  hacer frente al agotamiento natural de sus yacimientos (mientras que la estatal sólo lo hace en un 10%). Por tanto, si se quiere tener una empresa competitiva y rentable en el largo plazo, se debe invertir en ella.

Se debe fortalecer su Gobierno Corporativo para desanclarlo de los ciclos electorales y ajustarlo a los tiempos mineros que son de más largo aliento. 

La empresa de todos los chilenos debe equilibrar su alta dirección entre  la técnica y la obediencia a la democracia, y no puede ser capturada por partidos o grupos de tecnócratas. A la vez, debe obedecer a la mirada política del pueblo de Chile, que ha entregado parte de su representación al gobierno de turno.

Sin embargo, y de manera aún solapada, existen grupos y personas que no están de acuerdo con que Codelco siga siendo estatal, pero no han sido capaces de dar una discusión honesta en esa línea, y se han dedicado a transformar esas reformas en una vía que permita avanzar lentamente en la privatización de la empresa.

Así entonces proponen eliminar la Ley reservada del cobre, no por estar preocupados de nuestras FF.AA y de Codelco, sino porque ningún inversionista privado quisiera invertir en una empresa con esa carga tributaria.

Proponen capitalizar Codelco, no por estar preocupados de su plan de desarrollo, sino porque ven ahí la oportunidad de inyectarle capitales privados.

Y finalmente proponen una reforma a su Gobierno Corporativo, no por estar preocupados por la estabilidad en la alta dirección, sino porque su propuesta incluye construir dos directorios de cinco personas (actualmente es uno de nueve), con lo que pueden construir mayorías circunstanciales con una cantidad menor de directores, pudiendo modificar rápidamente los consensos en la dirección estratégica de Codelco.

Es por eso que las reformas a la empresa más importante de Chile deben mirarse de manera sistemática, y en un debate abierto sobre su rol.

El peor error que podemos cometer como país es que algunos quieran pasar “gato por liebre”, rompiendo con el mayor hito de unidad nacional en la historia de Chile

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