Al caminar por Estación Central -que conozco hace muchos años, ya que desde pequeño compré con mi familia en el barrio Meiggs, luego trabajé y estudié en la comuna- veo una realidad que desconozco. Primero, me encuentro con calles llenas de toldos y muchas personas que venden en la calle.
No el muchacho que vendía helado en el verano o dulces en invierno, común en estas zonas en otras décadas. Hoy observamos un sinnúmero de vendedores de productos baratos. Segundo, hay menos espacios públicos básicos. Generalmente, las calles se encuentran cada día más estrechas por los toldos y las ventas callejeras, produciendo lugares inseguros y propicios para los robos. Tercero, las microempresas y pequeñas empresas legales se encuentran rodeadas por todos los elementos que se comentan previamente, además, de pequeños señores de la cuadra, cobrando por espacios y protección.
Estación Central no es una comuna de rascacielos donde se mueven grandes capitales, generalmente es la comuna que recibe al trabajador/a (migrante) de regiones y hoy recibe al migrante (extranjero). Dicha migración ha dejado tras de sí una serie de nuevas costumbres que ha reconfigurado Santiago y al país, pero son personas desprotegidas que han dejado su tierra (regiones o países) y buscan finalmente un lugar para vivir y ser protegidos.
Desde tiempos remotos -y en todas las culturas- han existido los impuestos, hoy institucionalizados como una herramienta de solución de los problemas de integración e igualdad. Es decir, se realiza un pacto tributario basado en un pacto social que promueva la equidad, la seguridad y el buen uso de los recursos de todos quienes pagan sus impuestos. Al no existir el pacto social, por ejemplo, en el caso de seguridad de la zona de Estación Central, se observa que el pago de impuestos existe y es por servicios a grupos que proveen de trabajo y seguridad, pero el dinero, en este caso, no es para el Estado.
El comercio no establecido y el pago de seguridad (no legal) es una pérdida de caudales de ingresos para la sociedad, pero si el aparato estatal no es capaz de realizar su labor, el aumentar los impuestos sólo producirá un quiebre con el pequeño empresario o de personas con falta de trabajo que buscarán cobijarse en lo ilegal o evadir para lograr sobrevivir. Recordemos el eslogan "Evade", lo estamos institucionalizando no sólo en los estudiantes por el aumento del valor del transporte público, ahora se está institucionalizando ante respuestas tardías de los gobiernos de turno.
Esperemos que se consideren los comentarios de los micros, pequeños y medianos empresarios en la próxima reforma tributaria, principalmente en lo referido en la posible desintegración tributaria o nuevos tributos, para que se escuche parte de quienes ven insatisfechas sus demandas.
Al terminar este comentario, escuchando de fondo la música de la película "Pandillas de Nueva York", espero que podamos tener un mejor final.
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