Las pérdidas de una eficiencia total del agua

Distintos agentes del gobierno y organismos vinculados con la materia hídrica han hecho uso de distintas estrategias para enfrentarla situación de sequía que afecta a la Región de Coquimbo. En este sentido, cabe preguntarse ¿es la eficiencia total del agua una alternativa sustentable para el desarrollo agrícola en la región?

Primero que todo, hay que aclarar que cuando nos referimos a la eficiencia total del agua, se entiende generalmente como un horizonte a alcanzar, como una relación de lo disponible con lo que se quiere usar. Si todo lo que está disponible se logra usar para la actividad respectiva en la que se quiere invertir el recurso hídrico, se considera como una eficiencia total.

Por ello, la eficiencia como concepto es una creación humana, donde se ubica en primer lugar al hombre y sus necesidades, y por esta razón es que se considera eficiente el uso del agua en la medida en que favorece a sus propias actividades. Cuando este concepto evoluciona, va integrando otros elementos y, en la actualidad, es posible incluso integrar factores asociados al medio ambiente y no sólo la perspectiva de los usos.

Sin embargo, esa eficiencia total tiene altos costos tanto en lo económico como en lo humano, ya sea por la tecnología requerida o por la inversión en educación y cultura a realizar; si además se involucran los propios efectos que genera la eficiencia total del agua en el ciclo natural de ésta, aumenta aún más el costo.

Hay una tendencia a pensar que la eficiencia total implica una “pérdida” de agua igual a cero, esto pareciera ser considerado como lo positivo y se aplica de manera generalizada en la mayoría de los países.

Entonces la pregunta es ¿se está perdiendo también algo propio del ciclo de circulación del agua al impedir que ésta transite a otros componentes del ciclo que no son productivos en el corto plazo?

Efectivamente es así, pues cuando se logra cerrar el flujo de circulación del agua para conducir el recurso desde la fuente hasta el punto de uso, se está renunciando también a una parte del ciclo natural. Entonces cuando en la agricultura el agua es tomada desde la superficie o de las profundidades y es conducida con cero pérdidas y transformada en vapor de agua, significa que el total de ésta circuló y salió hacia la atmósfera en un periodo mucho más corto que el natural.

Cuando uno renuncia a esa parte del ciclo y acelera este proceso también se limita la recarga del acuífero y  la recarga de las aguas superficiales; esto nos hace pensar que la eficiencia total como concepto no necesariamente es el óptimo para la sociedad en el largo plazo.

Nuestro sistema está focalizado para que la superficie regada y los usos consuntivos y no consuntivos se incremente, es decir, que aquel remanente producto del uso más eficiente se retorne nuevamente al ciclo productivo evitando que se vuelva a “perder”. De esta manera, es un ciclo continuo de incremento de los usos y de las eficiencias sin que en el camino haya una pérdida que permita dar continuidad al ciclo del agua y no interrumpirlo.

En esta línea, la eficiencia total permitiría que los usos acorten el tiempo del ciclo hidrológico continental  haciendo que esta agua circule muy rápidamente hacia la atmósfera y que todos aquellos otros componentes de este ciclo terrestre no sean alimentados ni recargados a una tasa que les dé mayor sustentabilidad.

Entonces ¿se debieraalcanzar el 100% de eficiencia? ¿toda gota de agua debiera terminar finalmente en este fin productivo?

Podemos decir que la eficiencia total es buena como concepto, ya que genera efectos positivos en el corto plazo, pero en el largo plazo genera un detrimento en los balances totales de las aguas continentales, debido a que se está renunciando a unidades de almacenamiento y de circulación que ocurren en el sistema terrestre natural del ciclo del agua.

No obstante, no todos los lugares y áreas de las cuencas son aptas para alcanzar esos porcentajes de eficiencia. La integración de los recursos hídricos del ciclo del agua en las cuencas deben ser estudiados para establecer los lugares del territorio donde sí es necesario recargar los acuíferos, donde sí es importante hacer el uso del agua y ser totalmente eficiente o ser más eficientes. Hay lugares que se deben identificar en las cuencas para poder integrarlos en un manejo que permita dar sustentabilidad.

Frente a ello, falta una mirada rectora, ya sea gubernamental o desde las organizaciones de regantes, que genere políticas que integren estos manejos para resguardar el futuro y no solamente pensar en el corto plazo. Existen organizaciones gremiales, organismos del Estado, universidades e instituciones de investigación que debieran proveer los antecedentes y los criterios para que se pueda desarrollar una integración de los recursos considerando sus componentes en los que se debe incluir a la sociedad y sus actividades.

Si bien hoy día existe una mirada más de conjunto, aún es insuficiente, pues debe avanzarse fuertemente en un desarrollo organizacional e institucional que integre tanto las aguas superficiales como las subterráneas.

Finalmente en Chile, son las organizaciones de regantes quiénes participan en esta relación del uso, son quienes gestionan los recursos en base a los derechos de sus asociados, por lo tanto, son ellos junto a la institucionalidad pública quienes tienen el contacto con el regante propiamente tal, y el Estado es el que debiera generar los incentivos adecuados para que se haga un manejo que integre los recursos de tal manera que la eficiencia sea un factor de contribución a un ciclo armonioso que permita la sustentabilidad y no un interventor que corte el ciclo y que reduzca los almacenamientos en algunas partes de la cuenca.

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