La migración es tan ancestral como actual. Los desplazamientos geográficos de los primeros seres humanos fueron la consolidación del poblamiento del planeta, siendo esta diáspora el sustento que delineó y aportó al desarrollo de las regiones. Cambio climático, escasez de recursos naturales y alimentos o conflictos u hostilidades bélicas son algunas de las causas que ponen sobre la mesa los investigadores para explicar la expansión de nuestra especie. Por lo tanto, es el instinto básico de supervivencia el que ha primado para impulsar procesos migratorios.
Chile -entre el siglo XIX hasta mediados del XX- recibió importantes oleadas de migrantes: ingleses, alemanes, españoles, franceses, croatas, como las más preponderantes. Algunos de estos flujos, eso sí, motivados por normativas como lo fue la ley promulgada el 10 de abril del año 1824, que establecía beneficios para las y los extranjeros que vinieran a contribuir al desarrollo científico y económico.
Hoy, el panorama de la migración en Chile está matizado principalmente por personas provenientes de Venezuela, Perú, Colombia, Haití, Bolivia y Argentina. El informe del INE (diciembre, 2023) estima una población inmigrante de más de 1,6 millones de personas (826.071 hombres y 799.003 mujeres), eminentemente joven, con edades promedio que fluctúan entre los 25 y 39 años. Y aunque, en los últimos años, la tendencia ha sido criminalizar la migración, lo cierto es que su inmensa mayoría está constituyendo un mosaico de identidades y colores que sigue aportando riqueza, no sólo económica, sino también cultural, tal como lo hizo la oleada de migrantes europeos. No es racional estigmatizar a todo y toda migrante como delincuente a partir de casos puntuales que se registran en el país (profusamente difundidos por los medios), así como a más del millón de chilenos y chilenas migrantes, que viven en distintas partes del mundo, tampoco se les puede, en su conjunto, tachar de delincuentes solo porque haya bandas criollas delictivas, puntuales, que operan internacionalmente.
La Cepal en el documento (marzo, 2022) "Sobre las contribuciones de la migración al desarrollo sostenible: estudios en países seleccionados", cuantificó el aporte que hace al PIB de cada nación. En el caso de Chile, con en datos del período 2009-2017, dio cuenta de un crecimiento sistemático. En el 2009, los inmigrantes habrían generado un PIB equivalente a 3.26 mil millones de dólares, cifra que representaba solo el 1.6% del PIB nacional de ese año; en el 2017, 11.7 mil millones de dólares que equivaldría al 4.3% del PIB de ese año: "Es decir, en tan sólo 8 años, casi se cuadruplicó el valor del PIB generado por los inmigrantes, a la vez que más que casi se triplicó su contribución relativa a la dinámica económica nacional", señala el informe. Esto, obviamente, va en proporción también al incremento del volumen del flujo de inmigrantes que ha llegado al país.
Los actuales flujos migratorios están contribuyendo en distintos sectores como el gastronómico. En salud, con médicos migrantes que han venido a reforzar el tensionado sistema de salud pública. En la academia e investigación también están aportando como lo muestra la iniciativa "Igualmente sabias: Científicas sin fronteras". En el deporte, con atletas que han elevado el rendimiento nacional: Berdine Castillo, haitiana adoptada a los 5 años de edad por un suboficial de la Fuerza Aérea y que tuvo una destacada participación en los Panamericanos 2023. También está Santiago Ford, atleta y profesor de Educación Física cubano que migró al país en el 2018, buscando mejores oportunidades para desarrollar sus talentos deportivos; en sus primeros años en Chile trabajó como guardia de una discoteca, pero se topó con un entrenador de alto rendimiento que creyó en él. Y no defraudó. Santiago dio a Chile una medalla de oro en decatlón, la primera que cae al medallero nacional de esta especialidad en la misma fiesta deportiva que Berdine.
La ONU estableció la definición de "grupos vulnerables" como aquel conjunto de seres humanos que, a menudo, se enfrenta "a la discriminación racial y los prejuicios". En esta nominación incorpora a 9 comunidades, entre ellas las de personas afrodescendientes, migrantes y mujeres; haciendo hincapié que mujeres y niñas sufren "una discriminación adicional por razones de género, lo que las hace más vulnerables".
El Programa Promueve se ha hecho cargo de la realidad de las mujeres que viven en la Región Metropolitana (RM) que fomenta su autonomía económica, a través de la promoción de la inserción laboral y fortalecimiento de los emprendimientos para así, ayudar a disminuir la brecha de género plasmada en la tasa de participación laboral de la región. En este marco, la Universidad Alberto Hurtado está entregando herramientas para fomentar las habilidades digitales y competencias transversales; en los talleres que está realizando están inscritas mujeres migrantes.
Para incrementar el PIB, las mujeres al igual que las y los migrantes son claves, por lo tanto, incorporarlos a la fuerza laboral del país de manera formal, rompiendo los sesgos que lo impiden, no es una cuestión de buena voluntad si no un primer paso necesario para ir escalando hacia el desarrollo sostenible.
Chile tiene un gran desafío porque es un Estado que se construyó desde el aislamiento geográfico con pueblos originarios y grandes oleadas de migrantes europeos. Pese a esta experiencia, la institucionalidad no pudo prever a tiempo medidas para hacerse cargo del flujo migratorio de las últimas décadas, que ya estaba desplazándose por la región y en otras zonas del planeta, revelando una profunda crisis humanitaria.
Lo que nos deja la lección de que debemos preocuparnos de los fenómenos que ocurren a nivel mundial y regional, pues estos pueden llegar repentinamente a nuestras fronteras: Bienvenida la globalidad; ya no somos una isla al sur del mundo. Tenemos que hacer una reflexión como país. La tríada Estado-Mercado-Sociedad Civil tiene que hacer ajustes. No podemos seguir dando respuestas fáciles a problemas complejos. Nadie, por cierto, ni nacionales ni migrantes merecen vivir en lugares inseguros. Por lo tanto, migrar se hace un derecho: el derecho a vivir con dignidad.
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