Mujeres y empleo, "correr la cerca"

El esfuerzo realizado en los últimos 27 años en materia de desarrollo e instalación de políticas públicas que buscan la igualdad de género en Chile, es una realidad visible y una transformación que sigue ganando terreno. Resulta imposible negar el avance que nuestra  sociedad ha experimentado en muchos aspectos de la vida cotidiana de las mujeres, entre ellos el acceso al trabajo.

La última encuesta CASEN reafirma el aumento sostenido de la participación de las mujeres en el empleo, llegando actualmente a un 47,5%. Un factor clave en este proceso lo constituye el empoderamiento de las mujeres y su determinación por hacerse cargo de sus decisiones, transformándose en agentes de su propio cambio y el de sus comunidades. La toma de conciencia de sus derechos sociales y la búsqueda de autonomía económica, les han abierto las puertas al mercado laboral.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos por emparejar la cancha en todos los niveles del empleo, las enormes brechas salariales persisten. Un reciente estudio de la Fundación SOL, señala que el ingreso laboral promedio mensual de los chilenos y chilenas es de $461.951 líquidos, registrándose una importante diferencia entre hombres, que perciben $520.936 y mujeres, que reciben $383.853.

Por otra parte, la media, es decir, el umbral de ingresos/salarios para el 50% de los trabajadores, es $300.000 líquidos, lo que equivale a sólo dos tercios del ingreso promedio, y da cuenta de que en países como Chile, que pertenecen a la OCDE, se siguen presentando altísimos niveles de desigualdad, ya que el promedio de los ingresos no es un valor representativo, y que en caso de las mujeres llega a sólo $270.000 líquidos.

Esta brecha se traduce, además de los salarios, en la calidad y condiciones de los empleos de las mujeres, que en nuestro país son un correlato de la precarización que reflejan muchos sectores de la actividad económica, donde hay gran presencia de mujeres: manipuladoras de alimentos, trabajo agrícola de temporada, trabajadoras de casa particular y servicios básicos, principalmente de aseo.

Y estas diferencias no sólo afectan al empleo de mujeres de los sectores más vulnerables. Según datos de Fundación PROhumana, el  50% de las principales empresas transadas en Bolsa (IGPA) tiene entre sus miembros a una mujer. Es decir, apenas un 8% de los directores son mujeres.

Por otra parte, sólo el 33% de estas compañías tienen directoras, mientras que todos los gerentes generales son hombres. En esa misma línea, un escaso 11% tiene gerentas de primera línea. Finalmente, del total de directores de las empresas SEP, un 28% son directoras, cifra que se desglosa en un 54% de directoras, 33% de vicepresidentas y un 13% de presidentas.

Una muestra más de la desigualdad transversal de  género, que se suma a un panorama desigual en materia de derechos sociales, acceso a servicios y oportunidades para las mujeres, el que ciertamente no se resolverá sin un cambio radical en los paradigmas y roles sociales, políticos y familiares que hasta hoy siguen cumpliendo las mujeres, en desmedro de su calidad de vida, dignidad y derechos como ciudadanas del siglo XXI.

Reducir esta brecha, tanto de salarios, como de condiciones para alcanzar la autonomía, requiere de un tremendo esfuerzo no sólo para el Estado, sino que también, para el empresariado, que finalmente paga gran parte de los salarios en Chile.

El acceso al conocimiento, al uso de la tecnología, fundamental en nuestros días para ingresar al mundo del trabajo, así como la generación de espacios de intercambio y asociatividad, son condiciones de base para que las mujeres accedan a empleos asalariados o por cuenta propia, dignos y que vayan aparejados con una remuneración igualmente digna y que responda al rol y responsabilidades que las mujeres están llamadas a cumplir, no tan sólo para contribuir al desarrollo económico de nuestras comunidades y del país en su conjunto, sino que también y fundamentalmente, para alcanzar sus metas y desafíos.

En esta tarea, Fundación PRODEMU tiene un rol importante que cumplir, apoyando la contundente agenda de género impulsada por la Presidenta Michelle Bachelet, a través de programas como “Más Capaz”, que entrega a las mujeres herramientas de formación, que incluye habilitación para la Ciudadanía Laboral, capacitación para el empleo a cargo del SENCE, y proyección laboral.

Tenemos la convicción de que el cambio de paradigma y la mirada que tienen y expresan las nuevas generaciones de mujeres y hombres, que han demostrado una mayor consciencia respecto a la igualdad de género, inédita en el país, tomarán esta posta, tomarán esta posta y seguirán trabajando con acciones concretas para terminar con los estereotipos y las desigualdades que hasta ahora han sido las grandes barreras para la plena incorporación de las mujeres al mundo laboral e inclusión social.

El desafío es “correr la cerca”, y en eso estamos todos quienes día a día a través de un trabajo masivo y territorial aportamos para fortalecer las capacidades y condiciones de empleabilidad, con un foco particular en las mujeres se los sectores medios y bajos. No hay dignidad sin autonomía económica, y no existe la autonomía económica sin igualdad.

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