El viejo y porfiado padrón de la educación

Con fuertes cuestionamientos, que incluso vinieron de su propio sector, la Presidenta Michelle Bachelet logró aprobar durante su segundo Gobierno una ambiciosa Reforma Educacional. Para su financiamiento debió además concordar una Reforma Tributaria, que recaudará a partir de este año 3 puntos del PIB.

La millonaria inyección de recursos, en teoría, permitirá cumplir los cuatro ejes fundamentales del proyecto, que se basan en una institucionalidad que garantice el acceso a la educación y la seguridad a las familias; educación pública de calidad; una profesión docente moderna, dignificada y mejor remunerada y educación superior gratuita y de calidad.

Justamente, se ha hecho hincapié en la palabra “calidad”, que toma gran relevancia para justificar que los esfuerzos fiscales del país estén en línea con los resultados de la importante inversión.

En paralelo y sin tanta atención mediática, el año pasado se obtuvieron resultados de la categorización de desempeño de los establecimientos de todo el país para saber en qué nivel se encuentran: alto, medio, medio-bajo e insuficiente.

La categorización presenta el desempeño de  los colegios municipales, subvencionados y particulares de la educación básica y media de acuerdo a la distribución de resultados de aprendizaje (67%) y la medición de indicadores de desarrollo personal y social (33%).

Dentro de las cifras que arrojó la categorización de escuelas que entrega la Agencia de Calidad de la Educación, hay dos ámbitos que nos parece importante poner atención.

La primera de ellas es que se repite un viejo y porfiado padrón de la educación chilena. De seguro no fue sorpresa para los conocedores del Indicador de Calidad que en el nivel alto son los colegios particulares quienes se llevan el mayor pedazo de la torta, en desmedro de los subvencionados y los municipales.

Al revés, tal como ocurre en la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y el SIMCE todos los años, el nivel bajo es dominado por los municipales y subvencionados.

Por otro lado, baja la calidad de los colegios al revisar los datos de la educación básica y media.

Esto, porque en educación básica el 16,2% de los colegios presenta nivel alto, pero en la educación media sólo el 15,4% tiene ese nivel. Lo mismo ocurre en la categoría nivel medio, pasando de 48,9% en básica a 48,3% en enseñanza media, mientras que para el nivel insuficiente aumenta de 10,8% en básica a 12,2% en media. Sólo se mantiene el mismo porcentaje en medio alto con 24,1%.

Por ello, más que descansar en la aprobación de reformas, y teniendo en consideración que hoy los desafíos son implementar de manera coherente el amplio mosaico de iniciativas en el sistema escolar, lo esencial se juega en las escuelas y liceos. Con sus profesores, directores y estudiantes.

El Estado debe tener la capacidad de invertir consciente e inteligentemente los recursos para dar a todos los niños y jóvenes del país una educación que cambie la tendencia de los indicadores, y que en todas las mediciones marca la brecha entre la educación municipal-subvencionada y la educación privada.

Pero, finalmente, el foco debe estar puesto en nuevas metas, que concentren los esfuerzos en aquellos colegios que presentan nivel medio-bajo e insuficiente para mejorar sus condiciones pedagógicas y disminuir al máximo esos porcentajes, para que los estudiantes y sus familias noten que los esfuerzos en calidad y en asegurar la libertad de elegir “establecimientos de calidad” son verdaderos y no simples reformas en que el sentido de urgencia para ampliar las oportunidades de aprendizajes aún se aprecian al debe.

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