Por lo general las noticias que abordan temas de convivencia escolar son malos titulares, tienen relación con la violencia al interior de las escuelas, las inseguridades que generan ciertos aspectos los espacios educativos, la angustia que para algunas familias es el que sus hijos asistan al colegio; es como el caminar insistente por una película de suspenso, con sensaciones de temor y sobresalto, provocando la atención constante a una posible llamada que informe algo que impresione, inquiete e incomode. Es sentir la atrapante sensación de ver "Psicosis", "El Silencio de los Inocentes" o "El Origen", por nombras algunas películas que generan perplejidad y caos.
Y ciertamente no está alejado de la realidad, Acción Educar revela que las denuncias por convivencia escolar ascendieron a 8.864. Es decir, 15,5 % más que las registradas durante 2023, siendo la Región de Tarapacá la más afectada, con 45,3%.
Estamos frente a una gran crisis negativa en lo convivencial, nunca antes vista, que ha profundizado falencias en las escuelas y comunidades educativas, y que nos invita a reflexionar desde los diferentes actores qua la componen, ya que es una repercusión social, cual banda sonora, como en "2001, Odisea del Espacio".
Desde los colegios, debemos tener una línea de acción clara antes de hechos considerados como nocivos. Es necesario conocer el Reglamento de Convivencia Escolar para mantener un sólido bloque de respuestas ante hechos desfavorables y destructivos, conocer de leyes, de derechos y deberes; pero sin perder los enfoques que son propios de la labor educativa. Contar con profesionales capacitados y, sobre todo, hacer acompañamientos a los y las estudiantes, en lo formativo, con una necesidad famélica de nutrir lo pedagógico y lo afectivo.
¿Qué esperamos de los estudiantes? Que sean capaces de discernir, de diferenciar lo bueno de lo malo, lo que es positivo para el grupo y lo que visiblemente es pernicioso, que sepan poner ajustes individuales y grupales, el autoconocimiento, la resiliencia, la percepción del otro y la búsqueda del bien común. Como en "El Viaje de Chihiro" y la metáfora contenida en su búsqueda personal, descubriendo el valor, la empatía y la importancia de los límites.
De las familias, confiar en que apoyen las decisiones que se toman en favor de mejorar las relaciones sociales de la escuela, que las avalen y que acompañen el proceso desde la misma vereda, siempre de una manera dialogante, que es el elixir que nos debe acompañar a lo Houdini o Merlín.
Entonces, debemos trabajar en equipo, como en "Invictus" o en "Los Increíbles". Esas cifras deben bajar, hasta la mínima expresión que nos permita dirigirnos a la escuela, como una experiencia agradable, amable y pacífica; que lo único que nos remueva sea el aprendizaje y disfrutemos de este como si fuera una gran película en el cine adonde todos alcanzamos un ticket. El cine de la vida.
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