Hace un par de semanas, el suicidio de Drayke, un niño estadounidense de 12 años que tomó esta drástica decisión producto del bullying que sufrió por más de un año en su colegio, conmocionó a la población mundial. Todos somos diferentes, en múltiples formas: a nivel físico tenemos distinta altura, peso, color de pelo, de ojos, tonalidades de piel, entre otras. A la vez, tenemos distintas formas de pensar, distintas religiones, ideologías y gustos.
Nos gustan distintos colores, aromas, música y comidas. Todas estas diferencias son producto tanto de nuestra identidad como producto de la cultura, familia y vivencias que experimentamos desde que llegamos a este mundo. Esto nos hace únicos e irrepetibles.
El sufrimiento que debe haber experimentado Drayke lo llevó al límite de querer para el dolor que experimentaba de la manera más drástica y brutal de todas: quitarse la vida. Este hecho, y de muchos otros que se han desarrollado a lo largo de los años, hace que sea importante trabajar y educar con nuestros hijos y estudiantes términos tan relevantes como el respeto, la aceptación, la empatía y la tolerancia.
No queremos que más niños lleguen a los límites de querer frenar todo un futuro que tienen por delante producto del bullying que experimentan. Tampoco queremos más padres desolados producto de un hecho que no debería experimentarse. Este trabajo debe ser mancomunado, siendo los actores no solo los padres, sino que la comunidad escolar. Digo comunidad porque esta responsabilidad es tanto de la familia, como de maestros y directivos, es decir, quienes conviven en los espacios en los cuales nuestros niños se desenvuelven.
En Chile el bullying está presente. El suicidio de Katy Winter en 2018, estudiante del Colegio Nido de Águilas, encendió las alarmas. De acuerdo con el estudio realizado por la ONG international Bullying sin Fronteras entre los meses de enero de 2020 y diciembre de 2021, en nuestro país se aprecia un aumento de 40% de denuncias en establecimientos educacionales privados y públicos, alcanzando casi a 6.000 los casos denunciados.
A lo anterior se suma un estudio realizado por el Instituto de Estudios Avanzados en Educación (IE) de la Universidad de Chile, el cual analiza los datos de la Encuesta Global Kids Online Chile (GKO). Este identificó que 23% de los niños ha sido poli-víctimas (acoso online y presencial), 30% sufrió acoso vía digital y 41% de manera presencial, siendo lo más común (67%) que el victimario fuese alguien del mismo centro escolar.
Si bien existen programas e intervenciones que se realizan en los establecimientos educativos para prevenir y trabajar el bullying, es importante que esto comience desde el hogar y sea reforzado en la escuela. En la medida que se eduque en base a la importancia de respetar y aceptar las diferencias, estaremos atacando el problema desde la raíz y evitando que más niños y jóvenes sean víctimas de hostigamiento y acoso, promoviendo de esta manera, su bienestar físico y emocional.
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